Miedo

Diario Vasco, 27-05-2006

El miedo es un enemigo difícil de vencer porque vive, acechante, dentro de nosotros mismos. La vida nos enseña a domesticar nuestros pequeños temores. Perder el trabajo o contraer una enfermedad son riesgos con los que estamos acostumbrados a convivir. Pero es difícil controlar el miedo cuando notas en la nuca el frío aliento de la amenaza real.

Esta semana, las crónicas sobre los asaltos en Cataluña, a manos de delincuentes organizados, han hecho tambalear ese castillo de naipes que es el Estado del Bienestar. La sociedad nos hace creer que tenemos aseguradas necesidades primarias como comer, tener un techo o vivir con tranquilidad. Aquí la cosa funciona. Las guerras, la crueldad o el desprecio a la vida son imágenes que el telediario importa de otros mundos, y no hacen otra cosa que acrecentar nuestra percepción de seres privilegiados. Nos sentimos invulnerables, pero ahora la tele nos ha contado que podemos pasar de espectadores a protagonistas de la noticia.

Tener miedo es una enfermedad con efectos secundarios. Nos vuelve más racistas, más intolerantes, más desconfiados, más egoístas. Nos hace renunciar a cotas de libertad, que han costado años conseguir, en favor de la seguridad.

Sólo llevamos dos meses acostumbrándonos a vivir en paz y, de pronto, el temor amenaza a cinco horas en coche de aquí. Mantengamos la calma. No nos dejemos vencer por el miedo, porque es un mal bicho que hace aflorar lo peor que llevamos dentro.

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