Huéspedes
El Correo, 27-05-2006Los asaltos a los chalés y los llamados ‘secuestros exprés’ hacen sospechar que los criminales están mejor organizados que los policías. A España, tan hospitalaria de suyo, han venido algunos turistas indeseables que en vez de divisas traen metralletas. Lo peor de cada casa y de cada descampado. Los robos de viviendas en Cataluña son obra en su mayoría de bandas rumanas, kosovares y búlgaras. Vienen aquí no sólo atraídos por la benignidad del clima, sino porque la ley es muy benigna, en primer lugar, y en segundo porque sus servidores están en inferioridad numérica con respecto a los delincuentes.
La formación profesional de los ladrones no deja nada que desear: todos dominan a la perfección su oficio. En cambio, los mossos de la Generalitat que los combaten están en periodo de prácticas y los guardias civiles que han acudido en su socorro se encuentran asimismo en etapa de formación. Una lucha desigual. ¿Cómo sólo 150 miembros de la cada vez más Benemérita pueden vigilar en la sierra de Madrid 1.144 urbanizaciones? Habló Lope de Vega, creo que fue él, de cómo se debe acoger al huésped «por ruin que fuere». Utilizaba el vocablo ruin, que etimológicamente viene de ruina, más como desmedrado y humilde que en su acepción de bajo y despreciable. Estos huéspedes sólo merecen el tratamiento penitenciario.
Por ellos está floreciendo entre nosotros la planta maldita de la xenofobia. Si a eso unimos que, según médicos de la Policía, nada menos que el 30 por ciento de los inmigrantes ilegales que llegan en bandadas a Canarias sufre sífilis, sida y otras enfermedades, podemos entender, quizá no justificar, pero sí entender, la creciente repulsa hacia lo foramontano. No es que no haya sitio para más gente: es que ciertos cupos los tenemos cubiertos.
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