LA PRESIÓN MIGRATORIA // LA COOPERACIÓN INTERNACIONAL >> REPORTAJE
Lo que dure el carburante
El Periodico, 24-05-2006Tras la espectacular operación del fin de semana, Senegal seguirá vigilando la costa para que no salgan cayucos hacia Canarias. Al menos, mientras le duren las reservas de carburante para las patrulleras. Eso es lo que cuentan fuentes próximas a la Marina senegalesa, a la espera de que la semana que viene el Consejo de Ministros otorgue más fondos y de que llegue la prometida ayuda exterior.
Según las mismas fuentes, las autoridades creen que, si logran evitar que zarpen cayucos de sus playas durante unas semanas, las rutas de la emigración clandestina se desplazarán una vez más hacia el sur, en este caso hacia Guinea Bissau. Con ello Senegal se quitaría un problema de encima, cierto. Pero, lejos de resolverse nada, lo que crecería es el riesgo para los navegantes, que deberían recorrer una distancia aún mayor. Además, los medios de Guinea Bissau para afrontar una situación de este tipo son todavía más precarios que los de sus vecinos del norte.
La consigna es aguantar hasta finales de julio, cuando el tiempo empieza a empeorar en esta zona del Atlántico. Los responsables de la Marina senegalesa confían en su efecto disuasorio. Aunque, sin ir más lejos, la única consecuencia conocida del mal tiempo del pasado fin de semana fue que la Marina mauritana volvió a localizar varios cayucos a la deriva y el centro de retención de Nuadibú (norte) acabó abarrotado. Ayer todavía albergaba a 333 personas, atendidas por la Cruz Roja, después de que un grupo de 40 saliera hacia Rosso, la frontera con Senegal, para ser deportado.
Intercambio de elogios
Mientras, Dakar es el epicentro de la efervescencia diplomática con la que el Gobierno español trata de dar respuestas a la crisis. Tras el desembarco el lunes del embajador en misión especial Miguel Ángel Fernández Mazarambroz, recibido por Senegal con un peinado de la costa que acabó con 19 cayucos interceptados y 1.500 detenidos, ayer pasó por la capital senegalesa el secretario de Estado de Exteriores, Bernardino León. No arrancó el acuerdo de repatriación, pero Senegal “asumirá su responsabilidad con sus ciudadanos, como ha hecho siempre”. Así lo afirmó el ministro de Asuntos Exteriores, Cheikh Tidiane Gadio, quien anunció que ayer mismo llegaba una delegación oficial senegalesa a Canarias para “identificar” a sus compatriotas. Por su parte, León adelantó que España enviará patrulleras “lo antes posible”. Todo ello en una rueda de prensa colmada de sintonía y elogios mutuos. León agradeció “la comprensión y los esfuerzos” de Senegal, a lo que el ministro Gadio respondió afirmando que España busca “soluciones duraderas” y gestiona la situación “con humanidad”, a diferencia de “otros países”, en una velada referencia a la nueva legislación francesa sobre inmigración.
León se mostró firme en que “para la inmigración ilegal, el único futuro es la repatriación” e insistió en que “hay mecanismos para la inmigración legal”, pero no aclaró si habrá cambios en la restrictiva política de concesión de visados. Tampoco hubo mayores precisiones sobre la cooperación para el desarrollo, el otro gran eje de la acción diplomática del Gobierno español, aunque ambas partes recalcaron su importancia.
“Lo que quieren es irse”
También lo hizo días atrás, a su manera, el presidente senegalés, Abdulaye Wade, con aquello de “que me los devuelvan, pero que me den también pantanos”. Sin embargo, su apuesta por la agricultura como fuente de desarrollo y método para fijar la población se antoja desmesuradamente optimista en un país con una renta per cápita 14 veces inferior a la española, con un 55% de paro y sostenido precariamente por las remesas de sus emigrados. Mamadou Omar Ndiaye, director del semanario Le Témoin, dice sin tapujos que está “condenada al fracaso”. No parece que los jóvenes de este país puedan interesarse demasiado por la tierra, cuando “en España pueden ganar en un mes lo que aquí no ganarán en un año”. “Lo que quieren es irse”, añade. Como dijo un diplomático en pasillos de la embajada española en Dakar, “que nadie espere milagros ni que esto se arregle en dos meses porque este es el problema del siglo XXI”.
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