Cayucos, pateras y otros necesitados

Diario de Navarra, 24-05-2006

En relación con la presente avalancha de cayucos y pateras, resaltaría una opinión tan extendida como contradictoria. Consiste en defender a esa masa de inmigrantes sin papeles aludiendo a sus condiciones de miseria. Es decir, se trataría de justificar la entrada ilegal en territorio nacional, señalando su estado de máxima necesidad.

Sin embargo, si nos fijamos, esa misma necesidad y miseria la encontramos en Navarra. Conviven con nosotros personas que carecen de lo mínimo para vivir con dignidad. En tal caso, ¿qué debería pensarse si estas personas, movidas por idéntica desesperación, decidieran entrar ilegalmente en casas y pisos para conseguir cama y comida?

Estoy convencido de que esas mismas personas que justifican la entrada ilegal en territorio español y que recomiendan pasividad y conformismo, serían las primeras que llamarían a las Fuerzas de Orden para expulsar inmediatamente al intruso instalado en su cocina o en su trastero.

Y, sin embargo, la situación es equivalente. En ambos casos hablaríamos de personas que, movidas por un caso de extrema necesidad, realizarían una acción tan ilegal como, supuestamente, necesaria, comprensible y justificable.

¿Por qué en un caso les movería la comprensión y en el otro, la denuncia implacable? Muy sencillo. La casa de uno tiene muy pocas habitaciones, es muy pequeña en superficie, y la presencia extraña provocaría efectos inmediatos, tangibles y evidentes. En cambio, el territorio de un Estado es mucho mayor, consta de innumerables «habitaciones» y la presencia extraña se diluye, se difumina y así la vida cotidiana conserva, sustancialmente, sus perfiles habituales.

Josemari Huarte Labayen

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