La emigración en El Dorado
La Verdad, 23-05-2006Si uno abre cualquier fecha al azar media docena de periódicos en España y hace lo propio en Estados Unidos pensaría que estamos en dos planetas diferentes. Los temas tratados o el énfasis son completamente distintos. Con una excepción: la emigración. Aquí y allí, abre telediarios, hace titulares, crea alarma, entra en el debate político. En Estados Unidos se cree incluso que puede jugar un papel importante en las elecciones legislativas del próximo noviembre, que darán el control de las Cámaras a uno u otro partido, algún Representante cree que no ponerse duro le restará votos, e incluso en las presidenciales del 2008 (por el voto emigrante en algún Estado reñido).
Ahora que en Canarias se anuncian records de detención de emigrantes en un sólo día, tiene interés reseñar las cifras de Estados Unidos. En los últimos siete meses, sólo en la frontera con México, las patrullas estadounidenses han detenido a medio millón de ilegales. La zona de Tucson, en Arizona, es la más cargada, unas 960 personas de media cada uno de los días del semestre.
Que el borde con México es un coladero ha sido frecuentemente denunciado por los partidarios de controlar más severamente la emigración. Por ello, el Senado aprobó esta semana la construcción de una alta valla a lo largo de de los 565 kilómetros más sensibles, los referentes a Arizona, de los 2,000 que tiene la frontera con Estados Unidos.
El nuevo tramo de valla se inserta en el debate político del país y traduce parcialmente el sentir popular. Las encuestas reiteran que una buena parte de los votantes no quiere que se califique de delincuentes a los ilegales existentes en el país (¿12, 15 millones?), ni a los que los emplean (en California en la construcción y restaurantes 25% son ilegales), acepta que se les regularice paulatinamente, pero con dos condiciones. Que cumplan unos determinadas requisitos: pago de una multa, conocimiento del inglés, transcurso de un plazo de varios años… y el reforzamiento de la frontera.
Las imponentes manifestaciones proemigrantes de hace un par de semanas en varias ciudades habían recordado a la opinión pública la importancia del problema pero no hay que engañarse: en la calle había emigrantes, legales o ilegales, y muy pocos estadounidenses residentes en el país hace generaciones. De otro lado, la profusión de banderas extranjeras, mejicanas etc…, sobre todo en la primera manifestación, había asustado a los que temen el crecimiento del cuerpo extraño de la emigración. En cierto sentido, las manifestaciones le hacían el juego a los senadores de diversos estados partidarios de la línea dura.
Dado que la Cámara Baja había aprobado un proyecto de ley muy restrictivo, con énfasis en la valla, etc., y que en el Senado soplaban otros vientos, Bush, que tiene una postura más abierta que muchos de los senadores republicanos, hizo un esperado discurso televisivo en el que apoyó la construcción del muro pero pidió medidas de inserción de los emigrantes, personas que vienen contribuyendo a la prosperidad del país. La aprobación de la construcción de la valla y otro decreto que declara el inglés lengua oficial de Estados Unidos son dos medidas que se cree reblandecerán en el Senado a los miembros necesarios, republicanos en su mayoría, para dar luz verde a la legislación que, con clausulas, regularice a millones de emigrantes ilegales. Después habrá que discutirlo con la Cámara Baja pero hoy se piensa que habría acuerdo.
Nadie duda que es un paso importante pero parcial. La diferencia del nivel de vida entre EE UU y México es abismal y el Norte es un imán irresistible para mejicanos y muchos otros. Ayer, en una nave inmensa cercana a Los Angeles, prestaron juramento como nacionales unos siete mil que se regularizan. Había por este orden originarios de México, Corea del Sur, Filipinas, Vietnam, Irán, El Salvador y China. El Dorado es mucho El Dorado.
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