Ayer era el día D señalado por Donald Trump para el inicio de las redadas contra inmigrantes para su posterior deportación. Unos 2.000 indocumentados de diez grandes ciudades señalados desde la Casa Blanca vivieron la jornada con miedo e incertidumbre ante la posible llegada a sus casas de los temidos agentes del Servicio de Inmigración y Control de Aduana. Pero a la hora de cerrar esta edición no había ocurrido nada. No hubo ninguna señal de operativo alguno, mientras en decenas de municipios acogieron manifestaciones contra la expulsiones y activistas recorrían los domicilios de supuestos afectados para asesorarles en caso de ser los ‘elegidos’.

«Esta incertidumbre, este miedo, está causando estragos», dijo a la cadena CNN la alcaldesa de Chicago, Lori Lightfoot. «Está traumatizando a la gente», añadió. Ella y otros muchos responsables de grandes urbes han expresado su preocupación. «La Administración no nos ayuda a mantener tranquilos y en calma a nuestros ciudadanos», sostuvo, por su parte, Francis Suárez, máximo responsable de Miami.

Pero Donald Trump, además de encargarse como cada fin de semana de cultivar su afición al golf, parecía más preocupado por extender su combate contra la inmigración a varias congresistas demócratas de origen extranjero. Obviando que tanto su mujer Melania – eslovena – , su madre – escocesa – y sus abuelos paternos – alemanes – tampoco eran aborígenes, el presidente arremetió contra varias legisladoras a las que instó a regresar a sus respectivos países, que describió como «lugares infestados de crímenes».

Justo el mismo día en que una encuesta publicada por NBC News y ‘Wall Street Journal’ aseguraba que perdería las elecciones de 2020 frente a cualquiera de los cuatro principales candidatos demócratas – el exvicepresidente Joe Biden y los senadores Bernie Sanders, Elizabeth Warren y Kamala Harris – , señaló en sus habituales tuits dominicales que era «muy interesante ver a congresistas ‘progresistas’, que vienen originariamente de países cuyos gobiernos son una catástrofe total y completa, los peores, los más corruptos e ineptos del mundo (si es que han funcionado como Gobiernos alguna vez), diciendo ahora alto y de forma agresiva al pueblo de EE UU, la mayor y más poderosa nación sobre la tierra, cómo debe gestionarse nuestro Gobierno».

Hacía referencia a un grupo de legisladoras de la Cámara baja, entre las que figuran Alexandria Ocasio – Cortez, Ilhan Omar y Rashida Tlaib, que han protagonizado desencuentros con la líder de los demócratas, Nancy Pelosi. Ocasio – Cortez es nacida en territorio norteamericano pero de origen puertorriqueño, mientras que Tlaib tiene raíces palestinas y Omar vio la luz en Mogadiscio antes de llegar como refugiada a territorio estadounidense junto a su familia.

En sus tuits, Trump se preguntó «por qué esas legisladoras no vuelven a sus países y ayudan a arreglar los lugares completamente rotos e infestados de crimen de donde vienen. Entonces, vuelvan y muestren cómo se hace. Esos lugares necesitan mucho su ayuda, no se pueden marchar tan rápido. Estoy seguro de que Nancy Pelosi estará muy contenta de resolver arreglos de viaje gratis».

La propia Pelosi contestó de inmediato a Trump y rechazó sus «comentarios xenófobos» que, a su juicio, quieren dividir a los estadounidenses. «En vez de atacar a miembros del Congreso debería trabajar por una política humana de inmigración que refleje los valores estadounidenses. Paren las redadas», tuiteó Pelosi. La reacción de Ocasio – Cortez a los comentarios de Trump tampoco se hizo esperar en Twitter: «Señor Presidente, el país del que ‘vengo’, y el país al que todos (los legisladores) juramos, es Estados Unidos».