Valencia, Alicante, Madrid, Barcelona y Murcia son las cinco ciudades donde se ha detectado una mayor actividad de las denominadas bandas latinas, como los Latin kings, los Ñetas, Dominican Don’t Play o Latinos de fuego.

La cadena de detenciones de pandilleros desde finales del año pasado, en respuesta policial a dos asesinatos presuntamente cometidos por miembros de los Latin Kings en los meses anteriores en Madrid, han debilitado a la banda, que ha pasado a una fase “durmiente”. La presión policial ha hecho que se reúnan en pequeños grupos y que abandonen su estética llamativa, pues son conocedores de la vigilancia que ejercen sobre ellos las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado.

La llegada de jóvenes latinoamericanos reclamados por sus padres tras conseguir permiso de residencia en España en el último proceso de regularización plantea un reto en la lucha contra las bandas juveniles, según expertos policiales. Si esos muchachos no se integran en la sociedad española, aumentarán la cantera de la que se nutren las bandas, por lo que los expertos advierten de la necesidad de apuntalar el trabajo policial con medidas sociales para facilitar su adaptación cultural y su entrada en el mundo laboral.

Unas 575.000 personas, el 70 por ciento de ellas latinoamericanas, obtuvieron tarjeta de residencia y trabajo durante ese proceso, completado hace poco más de un año.

“Ya estamos trabajando en ello, porque si no somos capaces de integrarlos en nuestra sociedad irán a las bandas”, explicaron fuentes de la Policía Nacional. Se trata de conseguir mantener bajo control a estas bandas antes de que evolucionen hacia la criminalidad organizada.

Si se consigue “que el paso de los jóvenes por estos grupos sea simplemente una etapa en sus vidas, el problema se habrá mantenido”. Pero, “si ven las bandas como una forma de vida, el problema mutará siguiendo los modelos” de EEUU y Suramérica.

En España, “el problema recuerda las primeras etapas de la situación en Suramérica”, cuando los jóvenes acudían a las bandas para divertirse y olvidar sus cuitas familiares, según un informe reciente de la Guardia Civil, que también sugiere combinar las medidas sociales con las policiales para evitar que controlen zonas o barrios.