«Dejan huellas, cometen errores, caerán»
Cataluña ha pasado de una media anual de cuatro ataques a los 20 del
La Razón, 22-05-2006Barcelona – «El año pasado cundía el pánico ante los robos silenciosos,
pero de un tiempo a esta parte nos enfrentamos a un tipo de violencia a la
que no estábamos acostumbrados», explicaba esta semana un portavoz de la
Guardia Civil en Barcelona. Las urbanizaciones catalanas se han convertido
en uno de los destinos preferidos de estas mafias. Las cifras son
contundentes.
Durante los últimos años sólo se producía una media
anual de 3 o 4 asaltos violentos, pero desde el pasado verano hasta hoy se
ha contabilizado una veintena, explicaron a este diario fuentes
policiales. Es más, en un mes se han producido cinco, sin contar los
intentos frustrados. ¿El motivo? La implantación de las jerarquizadas y
paramilitares bandas de la Europa del Este, en su mayor medida, y la
presencia de mafias latinas que no están tan organizadas pero que han
decidido actuar cuando llegan voces puntuales de la acomodada posición de
un empresario concreto, y se lanzan a dar un golpe «fácil». Sus «modus
operandi», igual de violentos en ambos casos aunque diferentes, han dejado
atrás – e incluso pormenorizado – el viejo concepto de venganza o ajuste de
cuentas ejercidos por los sicarios de nuestro país años atrás.
Ni un cabo suelto al azar. Hace apenas una semana la Policía desarticulaba
una banda formada por albano – kosovares que actuaba en Barcelona, Madrid,
Málaga y Granada. Entre los efectos decomisados había visores nocturnos,
comunicadores e inhibidores de alarmas. Vigilaban las viviendas o los
polígonos industriales concienzudamente, las vías de huida, los vigilantes
de seguridad, y aprovechaban la nocturnidad sin dejar un cabo suelto en
favor del azar. Y eran extremadamente rápidos. «En caso de verse
acorralados o que alguien les haga frente, son extremadamente peligrosos,
pudiendo agredir o embestir con sus vehículos a cualquier persona que les
intente dar el alto», resumía sobre este caso el Cuerpo Nacional de
Policía.
Entre las bandas latinas, el ataque es menos
milimetrado aunque igual de aterrador. Es lo que ocurrió hace apenas un
mes en Matadepera (Barcelona), cuando cuatro individuos de acento latino
asaltaron un chalé amordazando al propietario y al jardinero, llevándose a
su mujer y al hijo de ésta atados de pies y manos en el maletero de un
coche mientras recorrían varios cajeros automáticos de ciudades vecinas
saqueando los fondos de las tarjetas familiares. La investigación de la
Guardia Civil apunta a que los autores están entre el pasado de la mujer,
de origen colombiano y con antecedentes de drogas. Fue un chivatazo.
«Lo más curioso de todo es que estos delincuentes se juegan mucho; las
penas de cárcel por estos delitos son muy altas – la Fiscalía está muy
concienciada ante estos episodios – y el botín que acostumbran a llevarse,
que debe repartirse entre varios, no es tan rentable como para compensar
los altos riesgos de ser cazados», explicaron fuentes policiales. En el
caso de Matadepera, por ejemplo, apenas lograron escapar con 3.020 euros,
a repartir entre cuatro. «Aunque sean muy profesionales siempre dejan
huellas, siempre cometen errores, y acabarán cayendo».
En
Cataluña hay dos o como máximo tres bandas que se dedican exclusivamente a
asaltar urbanizaciones. La Guardia Civil es tajante. «¿Qué cual es el
consejo? Quien vive en urbanizaciones ve a diario a las mismas personas;
conoce al barrendero, a los vecinos, al cartero, así que desconfíe de una
furgoneta extraña con las lunas tintadas, de un señor moviendo cajas o
haciendo algo inútil; vigile si un desconocido llega a su casa a pedirle o
venderle algo… Pero claro, es difícil dar consejos cuando alguien te
pone un cuchillo en el cuello en tu propio jardín…».
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