«Viviremos bajo eterna vigilancia, como en Palestina»

México cree que las medidas no impedirán que sigan operando las mafias de

La Razón, 22-05-2006

Ciudad de México – El visto bueno del Senado estadounidense a la
construcción de un muro de casi 600 kilómetros en su frontera sur y el
anuncio del presidente de que enviará a 6.000 efectivos de la Guardia
Nacional a la zona han coincidido con un aumento de la violencia que se
vive en el cruce de Tijuana. Y es que en tan sólo una semana agentes de la
Patrulla Fronteriza se han visto implicados en tres episodios violentos
que dejaron un saldo de tres emigrantes ilegales muertos y 16 heridos.
   La noche del 15 de mayo, dos indocumentados murieron y 11 resultaron
heridos cuando la camioneta en la que huían de una patrulla volcó cerca de
Holtville, a pocos kilómetros de la frontera, después de que los agentes
reventaran los neumáticos del vehículo que huía. Tres días después, un
agente de la Policía de San Diego arrolló a un inmigrante ilegal al que
perseguía en la playa a bordo de un todoterreno, causándole contusiones
severas en la cabeza y un brazo. La madrugada de ese mismo día, otro
agente abrió fuego contra una furgoneta que pretendía entrar en México
desde EE UU por la frontera de San Isidro, dando muerte al chófer e
hiriendo a cuatro personas a bordo del vehículo.
   Estos hechos
mantienen en una gran tensión a los habitantes de Tijuana, muchos de los
cuales deben cruzar diariamente la frontera para trabajar en San Diego.
«Si eso está ocurriendo ahora, ¿qué podemos esperar cuando envíen a la
Guardia Nacional?», se pregunta Carmen Gutiérrez Cantú, residente en
Tijuana y que diariamente lleva a sus hijos a un instituto de San Diego.
Ramón Estrada, de Nuevo Laredo, vislumbra un calvario para los habitantes
de las ciudades fronterizas mexicanas. Y es que la legislación propuesta
por el representante del Estado de Wisconsin Jim Sensenbrenner, ya
aprobada en Georgia, supondrá que los indocumentados sean tratados como
delincuentes. «Para los residentes que no tengan la nacionalidad
estadounidense, una simple infracción, como conducir en estado de
ebriedad, será suficiente para que sean deportados. Las multas para ellos
serán cuantiosas. De 5.000 dólares para obtener la libertad bajo fianza. Y
de 50.000 para los empleadores de inmigrantes ilegales. Los matrimonios
entre mexicanos y ciudadanos de EE UU ya no serán un medio para obtener la
nacionalidad porque deberán ser investigados hasta por el FBI. Tendremos
que vivir bajo eterna vigilancia por medio de cámaras, radares, sensores,
satélites y aviones sin pilotos, como los que utiliza Israel con
Palestina».
   Antiguo territorio mexicano. Jaime García Chávez,
también de Nuevo Laredo, considera legítimo que haya mexicanos que busquen
una mejor forma de vida intentando establecerse en el sur de EE UU. «Ese
territorio era nuestro hace 150 años, lo que no es nada para la Historia.
Primero fue la Guerra de Texas, y luego la invasión militar ordenada por
el presidente Polk, lo que despojó a nuestro país de 2.400.000 kilómetros
cuadrados. Una superficie territorial superior a la del México actual. Así
que los inmigrantes mexicanos se están asentando sobre una parte del
territorio estadounidense que reivindican como propio».
   Con
respecto al muro que se levantará a lo largo de 595 kilómetros a través de
los estados de Arizona, Nuevo México y Texas, Óscar Chapa Bustamante opina
que EE UU está en todo su derecho de construirlo: «Muro de la vergüenza le
llaman. Pero ¿para quién será la vergüenza?, ¿para ellos – los
estadounidenses – , que no están haciendo nada más que proteger su
territorio de una virtual invasión?, ¿o para nuestras autoridades, que no
hacen nada por impedir que nuestros compatriotas tengan la necesidad de ir
a arriesgar el pellejo, buscando un modo decente de ganarse la vida que no
han podido encontrar aquí, en su patria?».
   Ricardo Rafael,
columnista político, cree que «la Casa Blanca dice que con las nuevas
medidas se garantizará la seguridad de los estadounidenses, se contendrá a
los inmigrantes y a los terroristas, se enfrentará a los narcotraficantes
y se evitará el contrabando. Pero las centenas de mafias que operan
ilícitamente gracias a la frontera encontrarán otras formas de continuar
con su comercio. Mientras haya trabajo en el norte y empleo mal pagado en
el sur, la ley de la oferta y la demanda continuará imperando».
   Un gran negocio. En Ciudad de México, Enrique Galván Ochoa anticipa que la
construcción del muro traerá «pelotazos» millonarios: «Bush seguirá la
misma línea que adoptó en Irak: otorgar contratos multimillonarios a
grandes compañías privadas, las cuales se encargarán del desarrollo de un
proyecto al que se ha dado el nombre provisional de virtual fence (valla
virtual). Son tres las empresas apuntadas en la lista para quedarse con
los contratos: Lockheed Martin, Raytheon y Northrop Grumman; las tres
figuran entre las más influyentes de la industria militar estadounidense».
   Y mientras que al norte del río Grande algunos tienen negocio a la vista,
los empresarios mexicanos se lamentan: León Halkin, presidente de la
Confederación de Cámaras Industriales (Concamin), señala que «el muro
representa una agresión que afectará a la inversión, el comercio y la
relación entre ambas naciones y no soluciona el problema migratorio». Para
Cuauhtémoc Martínez, presidente de la Cámara Nacional de la Industria de
Transformación (Canacintra), la medida «significa un retraso en las
relaciones bilaterales de los dos países, es volver al pasado que tanto
criticó el propio Estados Unidos con lo que fue el muro de Berlín».
   Por su parte, Alberto Núñez, presidente de la Confederación Patronal de la
República Mexicana (Coparmex), indica que «aun con las dificultades de
tipo histórico que ha habido entre ambos países, la exportación de
productos mexicanos hacia Estados Unidos es favorable, por lo que debemos
ser cautos y no perjudicarla».
   

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