Miseria y cayucos

ABC, 22-05-2006


TEXTO Y FOTO: LUIS DE VEGA

SAN LUIS (SENEGAL). Un niño de tres o cuatro años juega con un cayuco de hojalata al ritmo de las olas del mar en la playa de San Luis. Tal y como están las cosas, al periodista le toca preguntarse si el pequeño no será de los que dentro de unos años «juegue» con un cayuco de los de verdad, de los que se chupan los 1.500 kilómetros que hay hasta Canarias. San Luis ha visto salir de su litoral a la mayoría de los aproximadamente 5.000 emigrantes que han partido hacia las islas desde Senegal a lo largo de este año. El ministro senegalés de Asuntos Exteriores, Abdou Malal Diop, lo ha llegado a calificar de «plaga» mientras se anuncian algunas detenciones y juicios.

Hileras de embarcaciones

Este terremoto demográfico en una ciudad de 200.000 vecinos no impide que la vida siga su curso a orillas del Atlántico. Decenas de mujeres manipulan el pescado sentadas en la playa, que la insalubridad ha convertido en un auténtico vertedero. Los cayucos – muchos de descanso dominical – se agolpan en hileras interminables sobre la arena, en la que reposan desperdicios de todo tipo, especialmente excrementos arrojados sin miramiento, desde barreños de plástico, por los propios pescadores que malviven en el barrio que se asoma al mar. El olor lo impregna todo y el visitante no logra desprenderse del pestilente recuerdo, que le persigue incluso horas después de dejar el lugar.

El teniente de alcalde de la ciudad, Mohamed Sylla, pasea por la playa mientras trata de explicar qué está ocurriendo. «Antes, ir a Europa era más fácil. Ahora, con los esfuerzos desplegados es más complicado. La gente opta por la piragua porque no puede conseguir papeles y billetes de avión» para salir, comenta a ABC. «Entendemos que no es posible acoger a todos los senegaleses, a todos los africanos… Cada país tiene una capacidad, pero hay que poner los medios para negociar con África y que se pueda llegar a Europa».

Diferencia de renta per cápita

España cuenta con una renta per cápita catorce veces superior a la de Senegal, según datos del Banco Mundial. Claro, que peor lo tiene el vecino del este, Malí, cuya renta es 26 veces inferior a la española. «Europa debe ofrecerse a buscar soluciones para que la gente no siga sufriendo estas desventajas», comentaba ayer el teniente de alcalde de San Luis en el día en el que llegó a Dakar Miguel Ángel Fernández – Mazarambroz, el diplomático español a quien se ha encomendado la misión de encabezar y coordinar la ofensiva diplomática del «Plan África» que tratará de poner orden en el caos de la emigración clandestina.

A corto plazo no parece fácil detener la salida de las piraguas, que se siguen construyendo a buen ritmo en San Luis, y a las que ya se les denomina «los barcos de España».

Estas embarcaciones, empleadas tradicionalmente para la pesca artesanal, se han convertido en la principal herramienta con la que los africanos pretenden salvar sus diferencias con los europeos. «Hay muchas familias que hacen esfuerzos para que los jóvenes se vayan», señala Sylla, resignado ante la realidad que – asegura – están tratando de cambiar las Fuerzas de Seguridad senegalesas. «Quieren irse y eso nos está haciendo mucho daño». Miseria y cayucos, el cóctel explosivo de San Luis.

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