Inseguridad ciudadana y valores

Las Provincias, 21-05-2006

Los datos están ahí y también está ahí la apreciación de los ciudadanos: la inseguridad ciudadana preocupa mucho. ¿Qué hacer? Algunas respuestas surgen casi sin pensar: mayor presencia policial en las calles y en los campos, mayor rigor en la aplicación de las normas penales, insistencia en la lucha contra las drogas y sus consecuencias. ¿Más?


Menores. Sin llegar a excederse en la criminalización de los menores, la atención a la educación en los valores es urgente tarea. Sin valores –cívicos y humanos, sociales y éticos– seguiremos asistiendo, con preocupación porque estamos hablando del futuro de la sociedad, los menores, al incremento de la delincuencia juvenil y al vandalismo en las calles y en otros lugares públicos. Una educación en valores que debe ir acompañada del aprendizaje del esfuerzo y de la disciplina necesaria para la propia educación y para la vida.


Inmigración. Tampoco hay que criminalizar a la inmigración; cierto es que determinados grupos de inmigrantes –sobre todos los provenientes del Este– son autores de muchos delitos, pero la generalización es mala además de injusta. Insisto en adecuar los medios oportunos para la integración de los inmigrantes legales –el sentirse uno más en la sociedad en la que se vive puede ser buen antídoto para determinados actos injustos y antisociales–. Y atención a la inmigraron ilegal: cuando no se puede trabajar por no tener permisos legales, cualquier cosa es posible para sobrevivir.


Medios de comunicación. Cuando muchas emisoras televisivas, y en muchos días, abren sus informativos con una ristra de sucesos sangrientos y de actos delictivos, no solamente se está reflejando la inseguridad existente, también se está dando pie para que la preocupación crezca y eso no es bueno, al menos a mí no me parece conveniente. La presencia, en muchos casos masiva, de violencia en los telefilmes y en las películas incita a comportarse violentamente y facilita que se admita la agresividad como algo connatural al hombre y a la vida en sociedad.


No es sencillo, ni mucho menos, el disminuir la inseguridad ciudadana. Limitarse a una mayor presencia policial –desde luego, ayudaría– no es solución que sea definitiva. Insisto en la educación en los valores, insisto en el ejercicio de la autoridad en las familias y en la enseñanza, e insisto en la puesta en marcha de todos aquellos medios que sean precisos para la reinserción social de quienes sean condenados.

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