El milagro de los panes

El bar que da de comer a los inmigrantes retenidos en comisaría repartía

La Razón, 21-05-2006

Arona (Tenerife) – A la espera de que se les tramiten los expedientes que
permitan su traslado a los centros de internamiento, los subsaharianos que
arriban al puerto de Los Cristianos son alojados en el garaje de la
comisaría de Tenerife Sur. En las últimas semanas son cientos y alimentar
a tal cantidad de personas se ha convertido en un verdadero calvario para
los dueños del restaurante «El Drago», encargado del cátering de los
calabozos del centro. De ofrecer cuarenta servicios diarios de desayuno,
comida y cena para los detenidos, han pasado a cifras récord como los 840
del pasado jueves. Y eso, para un pequeño establecimiento en el que
trabajan dos matrimonios y un par de empleados, supone un sobreesfuerzo
casi inhumano que roza por días lo milagroso. «De trabajar nueve o diez
horas diarias hemos pasado a catorce. Y aún así, lo estamos pasando mal.
Estamos completamente superados», explica María, una de las propietarias.
   Cada día, necesitan varias horas para preparar sólo los bocadillos
destinados a los calabozos y eso les está obligando a dar de lado a los
clientes habituales. «Es que no llegamos. Y lo que no podemos hacer es
obligar a los contratados a hacer horas extras. Y claro, eso nos está
destrozando en todos los sentidos», comenta con desesperación Marta, otra
de las dueñas. Quince años lleva «El Drago» abierto y nunca hubo roces
entre sus propietarios. Hasta ahora. Las discusiones están empezando a
aflorar y eso preocupa a ambas. «Nos hemos enfrentado ente los cuatro por
estrés. Y eso no se paga con dinero», se lamenta con cierta amargura Marta.
   Retrasos en los pagos. Eso por no hablar de las preocupaciones económicas.
Hasta el pasado viernes, la administración les debía el dinero de tres
meses de trabajo, aunque a última hora de la tarde les comunicaron que
todo estaba en vías de solucionarse. La noticia alivió a ambas, que
reconocen que si han podido seguir adelante con tan colosal tarea ha sido
poniendo dinero de su bolsillo para pagar a los proveedores. «Hemos
llegado a tal punto que casi no tenemos recursos para pagar a los
camareros y debemos dinero en la gasolinera y otros comercios», detalla
María.
   Nadie tiene una paciencia infinita y los proveedores ya
les habían dado un plazo de veinte días para pagar la mercancía. Unos
productos que se han convertido en un problema logístico de primera
magnitud. «Esto no es como en la península. Aquí vienen los barcos y los
aviones con los contenedores y tienen que repartir la mercancía entre
todos los negocios. Y cuando se agota, hay que esperar al siguiente envío.
No se puede llamar para que venga una camión y nos traiga más en unas
horas», comenta María.
   Cualquiera en su lugar habría
arrojado ya la toalla, máxime con esas apreturas económicas. Pero en «El
Drago» valoran también otros aspectos por encima de los económicos y
seguirán al pie del cañón. «Lo hacemos por la gente», comenta Marta. «En
primer lugar, por todos los de la comisaría que vienen a diario y que nos
echa una mano cuando pueden. Pero también por el comisario – Luis Carrión – ,
que no ha dejado de preocuparse por lo que nos ha pasado desde el
principio», concluye.
   

Texto en la fuente original
(Puede haber caducado)