La marea de cayucos agota los recursos humanos y materiales de Tenerife

Apenas hay sitio para más subsaharianos en la isla, y sólo el enorme

La Razón, 21-05-2006

Arona (Tenerife) – Sólo la profesionalidad y el sacrificio de los
voluntarios y responsables de la Cruz Roja y Protección Civil, de los
agentes de la Policía y la Guardia Civil, de las tripulaciones de
Salvamento Marítimo y de otros muchos que están trabajando hasta la
extenuación están salvando la situación en Tenerife. Porque aunque la
Delegación del Gobierno en el archipiélago sigue sosteniendo que la
situación está «controlada» y que no se puede hablar de desbordamiento por
la avalancha de inmigrantes de los últimos días, lo cierto es que nadie en
la isla que haya participado en la atención a los miles de subsaharianos
que están llegando en cayucos oculta que lo están pasado realmente mal,
que la marea de «sin papeles» les ha sobrepasado. De hecho, el jueves por
la noche, en el muelle del puerto de Los Cristianos en el que eran
atendidos los últimos recién llegados, el propio subdelegado del Gobierno,
Carlos González Segura, admitía que en Tenerife apenas hay sitio para un
inmigrante más. Y las cifras, pese a las declaraciones de la
vicepresidenta del Gobierno, María Teresa Fernández de la Vega, de que no
hay problemas para alojarlos, lo confirman. En el centro de internamiento
de Hoya Fría hay 130 personas por encima de su capacidad; en Las Raíces
están también casi al completo. Y el hecho de que el viernes fuesen
trasladados 600 inmigrantes a Las Palmas para alojarlos en otro CIE
temporal no es más que la constatación de que Tenerife está sobrepasado.
   Refuerzos. Alojamiento aparte, la otra clave para entender que la avalancha
ha roto todas las previsiones son los refuerzos. Todos los servicios
implicados en la crisis han tenido que echar mano antes o después de
cualquier recurso extra del que han dispuesto para capear el temporal y
evitar un colapso total de su actividad. José Gerardo es coordinador de
Protección Civil en la isla. El suyo es uno de los cuerpos que cuenta con
más efectivos para afrontar la crisis, 180, la mayoría de ellos
voluntarios. «No hemos pedido refuerzos porque tenemos efectivos
suficientes. No obstante, hemos tenido que destinar un equipo fijo de
cuarenta personas para atender la llegada de los cayucos». Así y todo,
reconoce que «hubo un determinado momento la pasada semana en que nos
vimos tan saturados que fue casi imposible sostener la situación». Su
gente acabó completamente fundida, pero ha conseguido salvar los muebles
de momento arrimando el hombro.
   A los chicos de la Cruz Roja les
viene sucediendo tres cuartos de lo mismo. Desde hace unos días, efectivos
venidos del resto de islas han ido relevando paulatinamente a los de
Tenerife, algunos de los cuales, como su coordinador, Austin Taylor,
estuvieron cuatro días sin dormir. «Yo creo que no llegué a dormir veinte
horas en los cinco días de la semana pasada en que se produjo la llegada
masiva de barcos», explica Ángel, otro de los miembros de Cruz Roja a
quien siempre, sea de día o de noche, se encuentra en el puerto esperando
la llegada de cayucos.
   Por si quedaban dudas de la verdadera
magnitud de la avalancha y de cómo ha sobrepasado cualquier previsión,
Taylor aporta un dato demoledor: en los cinco meses y medio que van de
año, esta organización humanitaria ha consumido todas las reservas de
material que tenía almacenadas para afrontar 2006. «Hace cuatro meses,
hicimos una estimación según la cual llegarían a la isla unos 4.000
inmigrantes en todo el año. Ya vamos por 7.000. Imagínate lo que supone
tener que recibir en un día a la misma cantidad de cayucos que pensábamos
que vendrían en una semana», explicaba Taylor el jueves en el puerto, ya
recuperado del brutal fin de semana anterior.
   En Salvamento
Marítimo, la «Salvamar Tenerife» dijo basta el pasado día 13. El número de
salidas que tenía que hacer a diario era tan elevado que era imposible
garantizar el servicio sin ayuda, por lo que la «Salvamar Alphard», con
base en Las Palmas, hubo de ser enviada de refuerzo. Así y todo, el pasado
jueves, cuando llegaron a las islas casi 600 inmigrantes, se vieron
superadas. A la una y media de la tarde, una barquilla con algo más de
medio centenar de subsaharianos entraba por la bocana del puerto de Los
Cristianos sin escolta. Inmediatamente, la «Alphard» salió a su encuentro
y, tras escoltarla, salió en busca de otro cayuco. La «Tenerife» no tardó
en seguirla. Ninguna de las dos regresó hasta pasadas las ocho y media de
la tarde, cuando ya, ante la falta de embarcaciones de Salvamento
Marítimo, habían llegado otro par de cayucos escoltados por la Guardia
Civil.
   A la Policía tampoco le ha quedado más remedio que llamar a
80 agentes de la UIP de Galicia para hacer frente a su tarea. Agustín
Brito, secretario provincial de la Confederación Española de Policía
(CEP), lamenta, sin embargo, que los 14 agentes de Extranjería de la
Comisaría Sur de Tenerife, que tienen que tramitar a diario cientos de
expedientes de inmigrantes, no hayan recibido refuerzos de la Brigada
Provincial de Santa Cruz de Tenerife porque «ya no pueden más. Trabajan a
destajo, descansando cuando pueden».

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