Hay un aspecto previo y más trágico: la terrible vida de los que no dudan en arriesgarla buscando una incierta salvación.Los problemas complejos no tienen soluciones sencillas. Los partidos políticos se acusan de ineficiencia, en vez de reconocer que el drama nos desborda a todos. Tal vez este perpetuo zafarrancho de combate haya impedido reclamar de la UE la ayuda económica y política necesaria. El Gobierno diseña un plan de ayuda a Africa.Se va a aumentar nuestra presencia diplomática y económica, para luchar contra el origen del problema, pero la situación es tan angustiosa que hay que tomar dos tipos de medidas. En primer lugar, medidas urgentes, para evitar las tragedias inmediatas: las muertes en el mar, el desembarco ilegal, los cientos de miles de inmigrantes no legalizados que viven sin salida en nuestras ciudades. Posiblemente tengamos que contentarnos con un parcheo aceptable, porque no hay una solución perfecta. En segundo lugar, hay que emprender medidas de desarrollo económico en los países subsaharianos. Y como la corrupción y las tiranías son un obstáculo insalvable para el desarrollo, la presión política, la ayuda a los movimientos democráticos, el respeto a los derechos humanos, la educación, se convierten en tareas imprescindibles. Ésta será la solución definitiva, pero demasiado lejana para muchos. Sería terrible que adoptáramos un único tipo de medidas.