El Senado de Estados Unidos aprobó este jueves una enmienda que convierte el inglés en “lengua nacional” del país y promueve la “integración patriótica” de potenciales ciudadanos, como parte del debate sobre la inmigración que legalizaría a millones de indocumentados.


La enmienda presentada por el republicano James Inhofe fue aprobada por 63 contra 34 votos, en el marco del proyecto de reforma migratoria que el Senado debate y se apresta a votar la semana próxima.


“El gobierno de Estados Unidos debe preservar y mejorar el papel del inglés como lenguaje nacional”, señala la enmienda, que generó fuerte oposición en filas demócratas.


La enmienda requiere que los inmigrantes y titulares de
green cards
(permisos de trabajo y residencia permanente) aprueben un examen de inglés y que todos los trámites y negocios oficiales sean conducidos en inglés, con excepciones en el caso del voto, de la presencia de intérpretes en juzgados y la asistencia en desastres naturales.


Salvo que la ley lo estipule “nadie tiene derecho a exigir que el gobierno estadounidense o sus representantes” se expresen en una lengua que no sea el inglés, indica la enmienda.


En un principio, la propuesta de Inhofe pedía hacer del inglés la lengua “oficial”, término que luego fue reemplazado por “nacional”.


En el pleno del Senado, Inhofe recordó que en 51 países del mundo y en 27 de los 50 Estados de la Unión, el inglés ya es la lengua oficial.


También citó varias encuestas a lo largo de los últimos 25 años, según las cuales más de 80% de los estadounidenses (y un 77% de los hispanos) están de acuerdo en que el inglés sea la lengua oficial.


El jefe de la oposición demócrata en el Senado, Harry Reid dijo que la enmienda era “racista” y que “está dirigida contra la gente que habla en español”, que representan la mayoría de los inmigrantes legales e ilegales en Estados Unidos. Además la consideró inútil. “El inglés es la lengua de Estados Unidos, no vamos a cambiar eso con la enmienda” de Inhofe, señaló tras un debate de varias horas en el que se mostró partidario de rechazar una enmienda que calificó de “inútil”.


Esta nueva polémica en el Senado estadounidense viene a sumarse a la desatada por la de la ley de inmigración que durante varios días ha suscitado acaloradas discusiones.