«Esto es una locura», admite el subdelegado del Gobierno en Canarias

ABC, 20-05-2006


JORGE VOGELSANGER

MADRID/SANTA CRUZ. El incesante flujo de inmigrantes ilegales africanos a las Islas Canarias está causando cada vez más tensiones y malestar en el archipiélago.

«Estamos viviendo una auténtica emergencia nacional humanitaria, pero no hemos recibido ni una sola llamada de teléfono desde La Moncloa se quejaba el presidente del gobierno canario, Adán Martín, al referirse a la alarmante estadística del día anterior: en 24 horas llegaron a las costas de Canarias nueve embarcaciones con casi 650 inmigrantes ilegales a bordo.

Fue hasta la fecha la mayor oleada de africanos en un día. Y ayer mismo, las autoridades anunciaron la llegada de otro de estos botes, conocidos como «cayucos» o «pateras», al puerto de Los Cristianos, en la isla de Tenerife.

El Ejecutivo canario se siente ninguneado por el gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, en el lejano Madrid. «Allí no les preocupa el tema hasta que las imágenes en la televisión sean cada vez más dramáticas», afirman en las islas.

Y eso pese a que el subdelegado del gobierno central en Tenerife, Carlos González Segura, reconoce lo angustioso de la situación. «Es una locura», dice. De hecho, los centros de acogida están al límite de su capacidad y tanto la policía como los miembros de Protección Civil o de la Cruz Roja están agotados tras varios días sin apenas descansar.

Además, aumenta el temor de que se produzca una tragedia. Hasta ahora los inmigrantes, provenientes de Senegal o Mali, llegaron exhaustos pero relativamente en buen estado tras su odisea de 1.200 kilómetros por el Atlántico. Pero «la mar se está poniendo brava», advirtió el coordinador de la Cruz Roja José Antonio Corujo. «Y no sabemos cuántos andan navegando por ahí».Decenas de africanos ya han sacrificado sus vidas durante la peligrosa travesía.

El sueño de poder empezar una vida mejor en Europa además les cuesta en la mayoría de los casos todos sus ahorros y posesiones. Las mafias que organizan los trayectos cobran hasta 750 euros por persona. Un vuelo de Dakar a Madrid costaría la mitad, pero eso a los «sin papeles» no les sirve de nada.

Entre los habitantes de las «islas de la eterna primavera» el malestar es cada vez mayor. «En seis meses, la población ha pasado de la compasión a la indignación», dice Antonio Morales, de la policía municipal de Arona, que con 200.000 visitantes es uno de los mayores centros turísticos de Tenerife.

Los cayucos anclados en el puerto los restos de ropa y recuerdan sobre el muelle la tragedia.

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