Guerra de lateros por el control de la droga en el centro de Barcelona
Los Mossos y la Guardia Urbana han desarticulado este 2019 una decena de pisos de venta de cocaína, marihuana o éxtasis
El Periodico, , 27-05-2019Las zonas más frecuentadas por turistas se han convertido en un escenario que se disputan vendedores ambulantes de latas de origen Pakistán, India y Bangladesh desde hace años. Pero últimamente, en Barcelona, la guerra entre dos facciones de lateros paquistanís ha elevado el nivel de violencia hasta un grado alarmante. El último asalto tuvo lugar la noche del pasado sábado al domingo y se libró a machetazos justo frente a la comisaría de la Guardia Urbana en la Rambla. Según todas las fuentes policiales consultadas por EL PERIÓDICO, en la pugna de estas bandas por el control de espacios como la Rambla, la plaza Reial o sus aledaños –epicentro del conflicto– subyace un negocio mucho más lucrativo: un mercado negro de éxtasis, marihuana o cocaína, entre otras sustancias, para turistas a los que captan mientras venden latas o través de una red de punteros, ’comerciales’ apostados en callejuelas del Gòtic o el Raval, tal como ha captado la cámara de este diario.
“Claro que nos preocupa lo que está sucediendo entre estos dos grupos, y estamos encima de ellos para resolverlo”, ataja un mando policial. El problema con la mafia paquistaní –una minoría del colectivo que reside en Barcelona– es que “ha expandido sus tentáculos mucho más allá de la venta de latas”: se ha metido con “el tráfico de drogas, la explotación laboral gracias a su facilidad para falsificar documentos de identidad, en la receptación –comprando teléfonos móviles que después venden por piezas negocios ubicados en el Raval para reparar– y comienzan a adentrarse en la prostitución”, aclara otro responsable policial.
Los Mossos d’Esquadra y la Guardia Urbana de Barcelona llevan meses con la lupa sobre este enfrentamiento aunque rechazan confirmarlo oficialmente dado que la investigación está en marcha y, además, podría tener algunas derivadas bajo secreto de sumario, como el asesinato de un hombre de Malí frente a la discoteca Razzmatazz en febrero. Uno de los amigos del fallecido, Saryo Bosang, asegura que los que acabaron con la vida del maliense eran lateros paquistanís. “Se enfrentó a un chico que vendía latas de cerveza, llamó por teléfono y en cinco minutos aparecieron más que lo mataron a golpes”.
La semana pasada Mossos y Urbana llevaron a cabo una operación enmarcada en la lucha contra lateros traficantes. En la calle de Sant Francesc los investigadores desactivaron dos domicilios convertidos (uno) en almacén y (el otro) en punto de venta. No eran narcopisos porque en su interior ni se vendía heroína ni estaban habilitados como espacios para inyectarse esta sustancia. Eran solo domicilios ocupados ilegalmente que escondían papelinas de cocaína, bolsitas de marihuana, 755 pastillas de éxtasis y 2.400 unidades de potenciadores sexuales. La droga intervendida hubiera alcanzado en el mercado negro un valor superior a los 20.000 euros.
- Coffee shop? ¿Para marihuana o hay más cosas?
- Cocaína, pastillas… De acuerdo.
- Vale, está a solo cinco minutos de aquí… ¿Es una asociación legal?
(Sonrisas)
Los lateros, según fuentes policiales, también ofrecen droga mientras venden latas. Si el comprador acepta, lo acompañan hasta el piso y la venta se lleva a cabo en el interior. Las investigaciones con agentes de paisano junto a estos domicilios han demostrado este modus operandi cacheando a los clientes que salen de estos puntos. "El dinero no está en la cerveza, está en la droga", razona un agente.
La Asociación de Trabajadores Pakistanís de Barcelona estima que hay unos 500 compatriotas que actualmente se ganan la vida en la capital catalana vendiendo latas de forma ambulante. Y aproximadamente un centenar, el 20%, estaría involucrado en la venta de droga, que está provocando peleas en las calles. “Es cierto, está habiendo problemas, hay gente que está vendiendo latas y drogas por la noche, y las disputas entre ellos existen”, subraya Javed Ilyas. Sobre todo, dice, en la zona de Ciutat Vella y la llevan a cabo jóvenes recién llegados.
Según Ilyas, este problema delicuencial conecta con la exclusión de la población inmigrante. Aterrizan en España como turistas, y una vez traspado el umbral de los tres meses de estancia, caen en la irregularidad. “No tienen papeles, no pueden trabajar legalmente”, lamenta. Nadie les puede contratar a no ser que logren un vínculo laboral de al menos un año a jornada completa. Algo, prácticamente, imposible.
De hecho, la lata suele ser la alternativa que muchos han encontrando para salir de la irregularidad. “Porque hay quien les ofrece contratos de un año a cambio de mucho dinero y los chicos ahorran (vendiendo latas) para poder pagar estos contratos y lograr así el permiso de trabajo”, explica el presidente. “Óbviamente condenamos esta situación pero hay que saber que es consecuencia de la falta de oportunidades, de la pobreza”. Los gobiernos lo saben pero las autoridades están “lejos de facilitar oportunidades laborales” y los jóvenes no se rinden en su intento de ganarse la vida en Barcelona, según el colectivo.
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