Borrón y cuenta nueva

La Verdad, 19-05-2006

Cuentan las crónicas que más de cuatro mil inmigrantes sin permiso de residencia definitivo, en su mayoría magrebíes, serán borrados del padrón municipal al no haber dado señales de vida llegada la hora de renovar su inscripción. Es decir, que el Ayuntamiento cartagenero deberá hacer borrón y cuenta nueva en lo referido al padrón, aun sin descartar que dichos inmigrantes sigan residiendo en el término municipal, pero – vaya usted a saber por qué razones – han rehusado renovar su permiso de residencia temporal.

Desde luego está claro que cuatro mil almas no se camuflan en cualquier chabola, ni siquiera en un cuartel abandonado de los varios que aún quedan por estos lares, pero habrá que echarles un galgo para dar con ellos, ya que en una ciudad con una población de 204.751 habitantes, como es Cartagena, tampoco resulta imposible camuflarse aquí o allá en pequeños grupos, habida cuenta que ni la Concejalía de Interior ni la Delegación del Gobierno están dispuestas a enviar sus huestes a la búsqueda del inmigrante desaparecido, pues sus titulares, Pedro Martínez Stutz y Ángel González, respectivamente, parece que se están lanzando la pelota mutuamente y el juego podría eternizarse en tanto que los inmigrantes ni están ni se les espera, como al general Armada en La Zarzuela, en la noche del 23 – F.

Verdaderamente el asunto no es para tomarlo a broma, pero a ver qué hacemos si los primeros interesados en renovar su permiso de residencia a fin de permanecer en España en condiciones legales se muestran remisos, incluso huidizos, y prefieren pasar al anonimato antes que figurar en el padrón como vecinos de esta ciudad.

Pienso que tendrán sus motivos para adoptar una actitud que, en principio, sólo a ellos perjudica, con independencia de los problemas que están ocasionando en el entramado consistorial, sobre todo en Servicios Sociales, que andan desorientados con dicha pérdida.

No cabe la menor duda de que en el sórdido mundo de la inmigración juegan muchos factores en relación con la subsistencia y/o pervivencia en un país extranjero. Empezando por la cultura y la mentalidad que distinguen sus países de origen del nuestro, pasando por el idioma y las creencias religiosas, hasta llegar a la forma de ganarse el sustento en los diferentes escalones, legales e ilegales, que les ofrece el mundo occidental, los inmigrantes se mueven una veces a la diáfana luz de la ley, y otras, en las anchas tinieblas de la ilegalidad, y quizá a muchos, que no a la totalidad lógicamente, les sea más favorable pasar desapercibidos que medianamente controlados, pero esto es pura hipótesis.

La realidad es que cuatro mil personas han dejado de ser residentes en Cartagena, al menos en los papeles, pese a que la mayoría de ellas siga viviendo entre nosotros. Parajodas de la vida.

Texto en la fuente original
(Puede haber caducado)