La cara lúdica de la tragedia cotidiana

ABC, 19-05-2006


TEXTO: GABRIEL RUBIO FOTO: EFE

PUERTO DE LOS CRISTIANOS, «¿Cuándo llegan?», pregunta un turista inglés sin querer revelar su nombre a un grupo de periodistas que esperan en el muelle del puerto de Los Cristianos en la isla de Tenerife, la llegada de dos nuevos cayucos, precarias embarcaciones de fibra de vidrio, con inmigrantes clandestinos a bordo.

Con bermudas y camisa a rayas, gafas para protegerse del sol que cae a plomo sobre el puerto, sigue con la mirada la afanosa tarea de los miembros de la Cruz Roja preparando los dos hospitales de campaña para acoger a los ocupantes de las dos embarcaciones localizadas en la mañana de ayer a 40 millas de la isla y que en ese instante están siendo remolcadas por barcos de Salvamento Marítimo.

Los inmigrantes africanos que llegan en pateras o cayucos a las islas Canarias, se han convertido en una atracción exótica para los miles de turistas que pasan su tiempo en estas «islas afortunadas»

«¿De dónde vienen?», preguntan minutos después otra pareja de cierta edad, refiriéndose a los recién llegados, africanos que en su mayoría carecen de documentos de identidad y tampoco quieren dar a conocer su lugar de origen para evitar su eventual deportación.

La llegada de las coloridas embarcaciones llenas de inmigrantes ilegales, que aunque agotados, muchos tienen una sonrisa pintada en la cara al ver cumplido su objetivo de llegar a Europa, se ha convertido en toda una atracción para los turistas que pasan sus vacaciones en el puerto con más tráfico de personas de las islas Canarias.

«Esto a veces es un auténtico circo. Antes venían también muchos del pueblo», se lamenta el coordinador de la Cruz Roja, Austin Taylor, en referencia a los turistas que se agrupan detrás de las barreras puestas por la policía para evitar que invadan la zona de atención a los inmigrantes.

Cuando los dos cayucos llegan al puerto con 137 africanos a bordo, muchos de los turistas observan la operación de acogida desde la terraza del bar de la terminal marítima de Los Cristianos.

Entre cerveza y refresco comentan la operación de desembarco de la nueva ola de inmigrantes, algo que es casi cotidiano desde hace unos meses en el sur de la isla de Tenerife, donde desde principios de año, han llegado cerca de 3.000. «Desde el jueves han llegado unos 1.000», afirma Taylor.

Los barcos de recreo que transportan a los turistas tampoco pierden la ocasión de convertir cada nueva llegada de inmigrantes en una nueva «diversión» para sus pasajeros, quienes a veces incluso reciben una explicación de parte de sus anfitriones.

«Incluso salen en ese momento barcos con turistas que lo mismo te dicen miren a un lado para ver la playa y a la derecha para ver un cayuco con inmigrantes», relata Taylor.

Sin embargo, los candidatos a la inmigración clandestina, no se sienten intimidados por la expectación que despiertan, y tras ser atendidos por médicos, algunos incluso, no dudan en saludar desde los autobuses que los llevarán a la comisaría y luego a los centros de acogida.

La vida, su vida, comienza de cero en el momento en el que han conseguido pisar Europa. Su destino es tan incierto como lo era en su país, al que tal vez sean devueltos… o tal vez no. Pero no era mucho más seguro sólo unas horas antes antes, a bordo de una barquilla que de momento, les llevará al álbum de fotos de un turista desconocido que pondrá cara a sus vacaciones, también con la tragedia cotidiana de la puerta sur de Europa.

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