La paradoja de la aldea global
ABC, 19-05-2006Los más de ochocientos inmigrantes llegados a Canarias entre los dos últimos días – 500 de ellos sólo ayer – , sumados a los 1.700 de días anteriores, han terminado por neutralizar cualquier esfuerzo de control y redistribución del Gobierno. Tal ha sido la magnitud que hasta la Delegación del Gobierno, empeñada en negar los inconvenientes por boca de su titular, José Segura, admite ya que se atraviesan «dificultades» para distribuir y atender a los recién llegados.
«Ninguna foto se parece a otra; a esto no se acostumbra nadie». Los fotógrafos apostados casi de forma permanente en el Puerto de Los Cristianos, en Tenerife, se funden con los turistas que esperan tras las vallas de contención a la llegada de la siguiente patera.
«Otra avistada, llegará en 40 minutos», informa un voluntario de la Cruz Roja que todavía recoge y ordena las mantas con las que auxiliaron a la última patera llegada.
Llevan cinco días igual. Los periodistas se afanan por hacer recuento de inmigrantes. Las últimas sumas hablan de 2.400, pero siempre hay una nueva voz que anuncia otra llegada, otra llamada, otra comunicación oficial que anuncia un nuevo avistamiento.
En cualquier caso ya son demasiados para que las comisarías, los centros de retención y los servicios de emergencia y rescate den abasto.
Durante la primera avalancha de este año, cuando llegaron algo menos de la mitad de personas en tres días, la población se volcó a la hora de suministrar mantas, alimentos y otro tipo de donaciones para aguantar la emergencia. Pero en esta ocasión no está ocurriendo lo mismo. Además es una sola isla donde se está concentrando el grueso de las llegadas y los traslados entre islas apenas alivian la situación durante las horas que un nuevo cayuco tarda en desbordar Las Raíces.
Sólo La Palma ha quedado fuera del destino de los cayucos. Las otras seis islas canarias han recibido al menos un desembarco. Incluido El Hierro, inédita en estas lides, a la que ayer arribaron 98 irregulares.
«Imprevisión» y caos
El goteo incesante ha desbordado «la imprevisión del Gobierno», como la califica el Ejecutivo canario, transformándola en un caos. Apenas se ha asentado un centenar de inmigrantes, trasladándolo a otros centros, cuando varias decenas son detectadas mar adentro. Hombres, mujeres, y hasta un niño de seis años ocupan la veintena de embarcaciones que consiguen llegar a las islas. Nada se sabe de quienes no llegan.
Las cuentas ya no salen, las plazas «oficiales» de los centros de retención están al límite de su capacidad. También el campamento de Las Raíces o la comisaría de la Policía Nacional de Playa de Las Américas lo están. Mientras, el Gobierno ha anunciado traslados «controlados» a la Península como recurso ante la negativa de algunos países a aceptar repatriaciones.
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