En el corazón de la 'banlieue'

La Vanguardia, 19-05-2006

Premonitoria? Mañana será otro día,la primera novela de la jovencísima Faïza Guène, apareció en Francia en el año 2004. Describía con humor, ternura y una frescura arrolladora la pésima y humillante situación de los barrios periféricos franceses, las banlieue,a través de la precaria vida de una quinceañera de origen marroquí, Doria, que sueña incluso con una rebelión inteligente, sin violencia, que cambie la situación. Un año después de publicar la obra estallaban los incidentes que calcinaron miles de coches en las banlieue.
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Para la autora, “era lógico”. “Es – dice Faïza, que ayer estuvo en Barcelona – la expresión de una situación social crítica y se repite cada pocos años, aunque ahora ha tenido eco internacional. Hay una exclusión física, social, porque la gente está sin trabajo, y étnica. No se puede dejar a la gente en esta situación y no esperar que suceda algo así”.
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El título original de su novela es Kiffe kiffe demain,que tiene un doble sentido. Kif kif significa igual en árabe, mientras que kiffer significa, en la jerga joven, amar. Y eso refleja, dice la autora, la actitud de Doria al principio, en la que siente que todos los días son iguales, y, luego, su esperanza de amar y de que las cosas cambien. En castellano se ha traducido con la frase con la que Escarlata O´Hara concluía Lo que el viento se llevó,Mañana será otro día (Salamandra) y en catalán como Demà, si fa no fum (Funambulista).
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Para la autora, las causas de la situación son diversas. “Los primeros emigrantes llegan en los 50 y son hombres solos que viven en hostales y barrios de chabolas, y tienen la idea de volver. Pero pasan los años y siguen ahí para enviar dinero. Pero en 1974 hay un proceso de reagrupación familiar. Han de alojarse en algún sitio y acaban en estos inmuebles de la periferia. Al llegar las mujeres comienza el problema de la falta de integración. Los hombres están integrados por el trabajo, pero las mujeres son analfabetas y se encuentran en una situación muy difícil. Los barrios ya estaban marginalizados y llegan ellas que no conocen la cultura francesa. Se hacen un mundo entre ellas y se crea un agujero. Y son las que crían a los hijos. Se debía haber hecho algo entonces”.
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¿Es, pues, un problema económico o cultural? “La fuente – contesta Faïza – es la miseria, y los problemas sociales y culturales son la consecuencia. Los hombres se sienten desvalorizados porque no tienen trabajo. E intentan imponer su autoridad en la familia, porque no la tienen en otro sitio. En estos barrios es difícil ser chica, pero el exterior es más difícil aún para los chicos”.
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Además, dice: “No se puede culpar al islam o a la cultura de la situación de la mujer. Mi familia es tradicional y me trata como a mi hermano, aunque hay casos en los que, al llegar de otro país, los padres, por miedo a perder la cultura y la religión, hacen una interpretación más extrema de las reglas”. El problema, sigue, no está en las ideas de la Francia republicana, está en que no se cumplen. “Tiene que haber más dinero para asuntos sociales y cultura. Es bonito hablar de la defensa de la igualdad, pero hay que actuar”. Y hay que “revalorizar la imagen de esta población: ahora o somos Zidane o somos delincuentes”.
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