El Senado de Estados Unidos aprobó ayer una enmienda que prevé la construcción de un muro de 595 kilómetros a lo largo de la frontera entre Estados Unidos y México. La propuesta aprobada por los senadores –por 83 votos a favor y 16 en contra– también prevé levantar unos 800 kilómetros de barreras para impedir el paso de automóviles. La medida fue propuesta por los republicanos, mayoría en ambas cámaras del Congreso.


El Senado norteamericano aprobó otra enmienda que excluye de un eventual programa de legalización a extranjeros con antecedentes criminales, dentro de un polarizado debate sobre la reforma migratoria. La enmienda, propuesta por los senadores republicanos Jon Kyl (Arizona) y John Cornyn (Texas), excluye a inmigrantes indocumentados que hayan sido condenados por un delito grave o por tres delitos menores. La norma hará salvedades para casos excepcionales, aún por fijar, y para aquellos que desconocían que había una orden de deportación en su contra, según fuentes legislativas.


Protestas

Durante el debate de ayer cientos de manifestantes protestaron en las cercanías del Capitolio, para pedir derechos para los inmigrantes y para exigir que se proceda a regularizar a los millones de hispanos que viven en el país sin documentos.


El senador republicano por Alabama, Jeff Sessions, aseguró que la construcción del muro enviará el mensaje de que “los días de las fronteras abiertas han pasado. Buenas vallas hacen buenos y no malos vecinos”. En este sentido, subrayó que algunas zonas fronterizas donde ya hay barreras para impedir el paso de vehículos han experimentado una mejora económica y han visto como han bajado los índices de criminalidad.


Mientras el Congreso busca soluciones duraderas al problema de la inmigración ilegal, el presidente Bush ha ordenado, para el mes próximo, el despliegue temporal de hasta 6.000 soldados de la Guardia Nacional para dar apoyo logístico y administrativo a la Patrulla Fronteriza.