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Marruecos vibró en el Raval

El Periodico, 18-05-2006

La camiseta se la envió su mamá desde Guayaquil la Liga pasada, pero sigue reluciente. Exhibe el número de Eto’o, negro como él, y la luce con tal convicción de que el Barça es “el mejor equipo del mundo” que Gabriel podría ser un alter ego del camerunés. Pero él es ecuatoriano y ayer no estaba en París.
Las 20.45, la hora sagrada del día más especial de mayo, le cogió con muchas prisas y de camino a su casa. Raval, vacío. Las tiendas, con la persiana casi bajada y los niños jugando a fútbol con camisetas azulgranas en plena calle y a sus anchas. Los adultos, muy, muy estresados. Ellos, muy felices.
Gabriel entró en Nador, mejor dicho en el bar Mediterráneo, en la calle de Hospital, en Barcelona, porque ahí le cogió el AVE azulgrana. Té con menta. Nada de cerveza y mucho nervio y pasión culé. “Al Barça lo llevamos en el corazón desde Marruecos”, resumía Mohammed mientras se tocaba el pecho. “En Argelia no sabía nada de Catalunya, pero sí del Barça. Ahí lo vemos todos, más que aquí”, aseguraba Karim. Todos con la mirada ardiente y fija en una de las dos teles del bar. Todos con un té frío y a medias porque ayer ni tiempo había para beber ni para fumar ni para ir al baño ni para nada.
Si el de ayer hubiera sido un partido cualquiera, en el Mediterráneo lo hubiesen visto por Al Jazzira Sports. No lo era. Karim, el dueño, sintonizó la primera – – la de todos – – a las 20.44 y la dejó sin volumen que, además, no era necesario. Los ochenta fieles al Barça radiaron en árabe, en bereber y en persa desde el primer minuto el partido del Barça – Arsenal. Críticas al árbitro, en árabe. Vivas a Eto’o, en árabe. Súplicas, al cielo, en árabe y muchos aplausos.
Gabriel ayer no se sentía fuera de lugar en ese Nador barcelonés. Él es ecuatoriano y del Barça. Karim y Abet, argelinos y del Barça. “El Barça somos todos. Entra en el corazón y no sale”, gritaba Mohammed. Primera parte, ambiente mortuorio. Gabriel seguía mudito y la mayoría aún estaban sentados.

Ronaldinho, el paisano
Sergi y Marc, del Maresme y en Barcelona sólo por estar en Canaletes, entraron con una cerveza en la mano. Stop. Aunque juegue el Barça, el alcohol está prohibido. No les importó. Vieron el partido desde la puerta. En unos minutos, suspiraron, hablaron con Mohammed.
Una muchacha brasileña apareció de la nada y se parapetó tras la máquina de tabaco. Explica que se aloja en una pensión vecina y sólo bajó a ver a su “paisano”. ¿Qué paisano? “Ronaldinho, por supuesto”. Nadie le hizo caso. Ayer, desde la 20.45, el bombón más atractivo del mundo era el Barça. El partido se animó y el caos llegó a Nador. Sólo se entendía la palabra Barça. Esa es universal.
Sergi y Marc aseguraron que irían a Canaletes. ¡El bar en pleno se iría a la Rambla!. En Hospital, ni un alma. En un súper de la calle de Joaquim Costa, Joaquim María Puyal, gritaba. Unas muchachas limpiaban con la oreja atenta a la radio. ¡Gol del Barça!. El Raval se volvió loco. Una prostituta esperaba solitaria en la esquina. Se puso tanga grana, por si acaso. Ayer era el día del Barça. ¡Gana! Todos a Canaletes. En el Mediterráneo conectaron de nuevo con Al Jazzira. A Minoum, el dueño, de la emoción se le cayó la cartera en el fregadero. No importa: los euros se secan. Ganó el Barça.

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