El Senado de EE UU aprueba un muro de 595 kilómetros en la frontera con México

También da luz verde a una ley que prohíbe a los inmigrantes ilegales con delitos optar a regularizar su situación

El Correo, 18-05-2006

El Senado de EEUU aprobó ayer una propuesta del senador republicano por Alabama Jeff Sessions para la construcción de 595 kilómetros de valla fronteriza con México complementada con unos 800 kilómetros de barreras para impedir el paso de automóviles. La propuesta contó con el apoyo de 83 senadores y el rechazo de 16.

Según Sessions, la construcción de la valla «enviará una señal de que los días de abrir la frontera se han terminado». El senador de Alabama proclamó que «las buenas cercas hacen a buenos vecinos», al tiempo que afirmó que las zonas fronterizas de Estados Unidos en las que ya existen otras barreras «han experimentado una mejora económica y han contribuido a la reducción de los crímenes».

La intervención de Sessions fue replicada por el senador Dick Durbin, quien sostuvo que la aprobación de la valla fronteriza «se ha convertido en un símbolo para el ala derecha de la política americana». En este sentido, advirtió que, de construirse, la relación entre EE UU y México «se vendría abajo».

Asimismo, la Cámara alta aprobó por amplia mayoría una ley que prohíbe a los inmigrantes ilegales con delitos y aquéllos que violaron una orden de deportación optar a la regularización de su situación en el país y al programa de permisos para trabajadores personales que pudiera salir adelante de las negociaciones que lleva a cabo el Congreso. La norma permitirá excepciones para casos singulares, aún por fijar, y para aquellos que desconocían que había una orden de deportación en su contra.

La enmienda contó con el apoyo de 99 senadores y la abstención de uno. Se trata de una operación coordinada entre las dos bancadas de la Cámara Alta al coincidir republicanos y demócratas en que admitir en el país a «delincuentes no ofrece ningún tipo de valor añadido al país», según manifestó el senador republicano por Carolina del Sur Lindsey Graham.

La ley fue patrocinada principalmente por los senadores republicanos por Arizona John McCain y Texas John Cornyn, y por el demócrata por Massachusetts Edward Kennedy. Este último, que en un principio se opuso a la ley, destacó que con esta norma Estados Unidos «mantendrá fuera» aquellos que pueden ser perjudiciales.

Manifestación

Durante el debate del Senado, hispanos de todo Estados Unidos se manifestaron en Washington para reivindicar la legalización de los cerca de 12 millones de indocumentados que viven en EE UU.

Con plegarias frente a la Suprema Corte de Justicia y al Capitolio, unos 400 inmigrantes con y sin papeles y sus defensores llegados de 20 estados iniciaron un día nacional para defender la legalización en reuniones con legisladores.

«Tiene que haber una legalización, Señor, para poder vivir todos juntos en paz. Estas personas que dicen que son cristianas, que se levanten en el Congreso y hagan lo que hubieras hecho tú, Señor», pidió la pastora metodista puertorriqueña Betí Guevara, del Centro sin Fronteras de Chicago, ante unos 30 inmigrantes y líderes comunitarios tomados de la mano.

Por su parte, Cory Smith, portavoz de la coalición ‘We are America’ (Somos América), que organiza los contactos políticos, reclamó «la legalización ‘ganada’, un camino a la ciudadanía para los indocumentados que ya están en el país, un programa de trabajadores temporales para que la gente en el futuro pueda venir de manera segura, ordenada, y que proteja a trabajadores de la explotación».

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