Senegal no puede hacer nada

Canarias 7, 17-05-2006


Enviada especial a Saint Louis
Miles de personas desesperadas, kilómetros de costa y ninguna vigilancia. Una combinación explosiva que provoca la avalancha de inmigrantes hacia Canarias desde Senegal. Las autoridades de Saint Louis son conscientes de la gravedad de la situación, pero aseguran que poco pueden hacer.


Lo sentimos mucho, estamos tremendamente preocupados», señala el adjunto al alcalde, Sylla Mohamed Lamine, «sabemos que es un problema grave para España y queremos pedir disculpas. También es un problema para nosotros, pero no tenemos medios suficientes».

La salida de cayucos desde Saint Louis se ha convertido casi en línea regular. En la noche del domingo zarparon al menos cuatro, el sábado dos – que se sepa – y el lunes al caer el sol se estaban preparando otros tres. Y esos son sólo los que parten de la zona conocida como la Lengua de la Barbaría, pero las piraguas salen también de otros pequeños poblados en el tramo de costa senegalesa que abarca desde la frontera con Mauritania hasta Dakar.

Al contrario de lo que sucedió en Nuadibú, donde se colapsaron las comisarías con los inmigrantes que eran sorprendidos al salir en cayuco, en Saint Louis nadie ha sido retenido. «Es imposible controlar todos los movimientos», señala Lamine, «además, las barcas salen de aquí sin gente, con la licencia de pesca en regla y sus redes, y cargan a las personas más arriba, en el desierto». Según explica, a poco de entrar en territorio mauritano habita la etnia Imraguennes, hábiles pescadores que llevan a los clandestinos hasta las piraguas en sus barcas por una parte del pastel.

Otra estrategia de la mafia florecida en Saint Louis a la sombra de la desesperanza es juntar a la gente en el límite con Mauritania, conocido como Salsal, para recogerla en la orilla bien entrada la noche. Allí, en medio de una interminable playa de arena blanca, sólo un escuálido grupo de árboles marca la frontera. El punto de encuentro es una destartalada – y paradójica – señal que prohíbe el paso clavada en la arena. Mientras esperan, el contacto les entrega los chalecos salvavidas y les da instrucciones.

El cayuco zarpa del barrio de pescadores, baja por el río hasta el mar y sube por la costa a recoger su furtiva carga de personas. Ni siquiera tiene que llegar a la desembocadura natural: hace un año se abrió una salida en la estrecha franja de arena que separa al río Senegal del mar a la altura del faro de Gandiole, que ahorra un trecho de camino.

Sube el precio. Quienes preparan ahora su viaje han visto como en pocas semanas el coste del «todo incluido» ha subido un 50%. Las piraguas grandes que se están terminando de construir – para llevar a entre 80 y 100 personas – ya salen por tres millones de francos senegaleses (4.500 euros). Los quieran salir dentro de unas semanas tienen que pagar ya 650.000 francos (unos 1.000 euros) por cabeza para sufragar también los motores – dos o tres por embarcación, según presupuesto – y la gasolina.

El adjunto al alcalde de Saint Louis insiste: «No se trata sólo de gente de aquí, llegan de todas partes de Senegal y de otros países como Mali, Gambia, Burkina Faso o Guinea Bissau, incluso de Camerún. Además, ahora se acerca el verano y mejoran las condiciones del mar. Es muy difícil pararlos».
silencio en la embajada


La embajada española en Senegal no comenta la situación creada a raíz de la salida masiva de inmigrantes clandestinos desde Saint Louis hacia Canarias. Oficialmente no constan datos. La disposición mostrada el viernes se tornó el lunes – tras el record de llegada de cayucos en dos días – en un muro burocrático en el que rebota cualquier petición de información. Las instrucciones recibidas son claras y precisas: todos los datos deben canalizarse exclusivamente a través de la dirección general de Comunicación Exterior en Madrid.
Proyectos de cooperación en marcha
(Foto: canarias7)AMPLIAR

Señal donde esperan los cayucos recogen a los clandestinos.

Sylla Mohamed Lamine saca de un cajón de su despacho del ayuntamiento dos cuadernillos y los enseña con entusiasmo. «Esto es lo que necesitamos, la única forma de conseguir que la gente se quede en su tierra y no tenga que ir a Europa a buscar una vida mejor» asegura. Se trata de sendos proyectos de cooperación que España suscribió con Senegal en el año 2004: un plan para el equipamiento y desarrollo de la Lengua de la Barbaría y otro de impulso al sector pesquero. «Están en marcha y van dando buen resultado», asegura, «es una solución a largo plazo, pero no hay otra». La ayuda canalizada a través de la Agencia Española de Cooperación Internacional (AECI) ya ha permitido la instalación de cámaras frigoríficas para que no se pierda la pesca sobrante. El otro proyecto está enfocado a la explotación del enorme potencial turístico de la zona. Se va a hacer una escuela de turismo para formar profesionales y evitar que el beneficio quede en manos extranjeras.
Otros 197 inmigrantes llegan a Tenerife en cayuco

Un menor tiene que ser ingresado por su mal estado

Tres cayucos localizados ayer cerca de la costa del sur de Tenerife transportaban a 197 varones de origen subsahariano y su estado de salud es bueno, excepto un menor que fue trasladado al Hospital de La Candelaria por una hipoglucemia originada por deshidratación.


Fuentes del servicio de emergencias 112 informaron de que éste era el único menor entre el grupo de inmigrantes, repartidos en tres embarcaciones.


En el primer cayuco, según informó la Guardia Civil, viajaban 61 inmigrantes y en el segundo 56. Después fue rescatado otro con 80 inmigrantes por los buques de Salvamento Marítimo.


Los inmigrantes fueron atendidos a su llegada a puerto por personal del Servicio Canario de Urgencias y voluntarios de la Cruz Roja.


Las dos primeras embarcaciones se localizaron cerca de Las Galletas y escoltadas hasta el puerto de Los Cristianos por el buque Salvamar Tenerife, de Salvamento Marítimo, y por la patrullera Río Gallo, de la Guardia Civil. Un helicóptero del Grupo de Intervención de Emergencias ha rastreado la zona pero de momento no ha localizado más embarcaciones.


La llegada de cayucos ha sido costante desde hace diez días, especialmente el pasado fin de semana cuando más de 1.000 inmigrantes fueron localizados por las fuerzas de seguridad. Los centros de retención se encuentran prácticamente al cien por cien.
(Foto: canarias7)AMPLIAR

En el mercado. Kalell Sene, artesano del mercado de Saint Louis que va a cerrar el chiringuito para ir a España.


«Nos vamos todos a Canarias»

Como si de un viaje de fin de curso se tratara, buena parte de los que intentan escapar de un futuro sombrío a riesgo de su vida lo cuentan con una luminosa sonrisa en la cara. «Voy a salir el viernes y estoy contento», dice Djene Gueje, «porque sé que cualquier cosa será mejor que seguir aquí».


En el mercado de artesanía de Khelcome, una estrecha calle de la villa histórica de Saint Louis – considerada patrimonio de la humanidad por la Unesco – casi todos quieren liquidar la mercancía, cerrar el puesto y dar el gran salto. «Pon mi foto bien grande para que me reconozcan en España cuando llegue», señala Kalell Sene, un senegalés de 38 años que desde hace meses sólo piensa en irse.


«Tengo familia, no tengo casa, vivimos todos juntos en una habitación de alquiler, no hay negocio y estoy muy cansado, ya no puedo más». Si las cosas le salen como espera, tiene previsto salir dentro de un mes, cuando logre deshacerse a precio de saldo de sus máscaras de madera. Preguntado por el destino de su mujer y sus dos hijos si acaso muriera en el mar, contesta: «Es la vida». Y recurre a un proverbio wolof que dice «gana dinero aquí o muérete lejos».


Nunca lo ha intentado antes de forma clandestina, aunque en dos ocasiones se ha plantado en avión en Roma y en las dos ha sido devuelto sin salir del aeropuerto. «Perdí tres millones (4.500 euros) en esos dos viajes frustrados y ahora no me queda más opción que la piragua», asegura.


En el corrillo formado en el mercado se quitan la palabra unos a otros para contar su historia. Youssu hace valer su potente voz para dar una opinión entre el asentimiento del resto. «El conflicto lo crea Europa. Si un francés, un español o un italiano quiere venir a Senegal puede hacerlo sin problema», señala, «pero sin embargo un senegalés, aunque tenga el dinero y los papeles en regla, no puede ir a Europa porque no le dan visado. ¿Es eso justo?».


Niokhar Bigué, de 24 años, cuenta que tiene todo preparado para salir en dos días, junto a su amigo Djene, y los dos entralazan sus índices a modo de cadena para mostrar que el destino será el mismo para ambos. Señala al resto y detalla el calendario de cada uno: Ly se irá en dos semanas, Mustafa en apenas un mes… «Dentro de poco el mercado de artesanía estará cerrado porque no quedará nadie. ¡Nos vamos todos a Canarias!», proclama.


Entre la algarabía surge una figura espigada de dos metros de altura con los colores de la bandera senegalesa en el gorro. Se hace llamar Tamtam el hombre tranquilo, fabrica jembés (tambores tradicionales) y los toca con ritmo ancestral en las manos. «Yo soy el único de aquí que no quiere irse» puntualiza con una cadencia que hace honor a su apelativo. «Mi amigo Ngange partió hace dos noches en piragua y no sé si llegará, pero yo necesito poco para vivir. En Europa la vida se vive demasiado deprisa».


>> Los que esperan cayuco cuentan contentos que ya salen


L.G. / Saint Louis
alegría en saint louis


En las calles de Saint Louis el tema de conversación recurrente estos días es la inmigración clandestina. Todos tienen un conocido que se ha ido, un familiar que lo va a hacer o piensan irse ellos mismos. Llegan noticias de que el último fin de semana han sido mil lo que han alcanzado las Islas Canarias en cayuco y se alegran, porque muchos son sus amigos y porque todo el que llega enciende una luz de esperanza para los que esperan intentarlo.

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