España utilizará un sátelite, buques de la Armada y aviones para detener los cayucos

El despliegue de unidades militares y de inteligencia se complementará con el envío de diplomáticos a los países de donde proceden los 'sin papeles' El Gobierno pretende extender por el África subsahariana el acuerdo de repatriación de inmigrantes que ha firmado ya con Mauritania

El Correo, 16-05-2006

La alarma generada por la llegada de un millar de inmigrantes a Canarias durante el pasado fin de semana obligó ayer al Gobierno a tomar medidas para frenar el tráfico de ‘cayucos’ desde el África subsahariana. La vicepresidenta María Teresa Fernández de la Vega anunció que se reforzará la vigilancia en las costas africanas con varios buques de la Armada y aviones ‘P3 – Orión’, del Ala 11 del Ejército del Aire. Estas unidades militares efectuarán misiones de reconocimiento frente a los litorales de Senegal y Mauritania desde esta semana.

El dispositivo para disuadir el tráfico de pateras se diseñó ayer mismo, tras una reunión de urgencia en la que participaron la vicepresidenta; los ministros de Trabajo e Interior, Jesús Caldera y Alfredo Pérez Rubalcaba, respectivamente; el director del CNI, Alberto Sáiz; los secretarios de Estado de Interior, Trabajo y Defensa, y altos cargos del Ministerio de Exteriores. Según De la Vega, el Gobierno enviará a Mauritania una patrullera de la Guardia Civil y contratará el servicio de un satélite para detectar la salida de embarcaciones desde las costas africanas rumbo a Canarias.

El Ejecutivo reforzará también la presencia del servicio de inteligencia en Mauritania, Senegal y Guinea – Conackry, así como en otros países de tránsito migratorio como Malí o Níger. Su misión será identificar los flujos humanos en el África subsahariana para «actuar de manera preventiva sobre el terreno», subrayó la ‘número dos’ del Gobierno.

Junto al despliegue militar, policial y de inteligencia, el Ministerio de Asuntos Exteriores enviará a la región a diez diplomáticos y oficiales de enlace para que mantengan «contactos permanentes» con las autoridades locales. La presencia española se intensificará con una nueva embajada en Mali y también aumentará la cooperación con los países de donde proceden los inmigrantes: Senegal, Níger, Malí, Ghana, Cabo Verde, Camerún y Guinea – Bissau.

«Sólo regulares»

Precisamente, el Gobierno quiere que se extienda pronto a esos paíes el acuerdo suscrito con Mauritania para repatriar inmigrantes. «Quien entre de forma irregular, antes o después va a salir. En España sólo va a haber inmigrantes regulares», aseguró De la Vega, quien confirmó que volverá a reunirse de inmediato con el presidente de Canarias, Adán Martín.

No obstante, la ‘número dos’ no aclaró en qué fecha recibirá el presidente Rodríguez Zapatero al mandatario autonómico, tal y como el primero le ha solicitado. De forma genérica, indicó que el jefe del Ejecutivo central mantiene contactos habituales con todos los líderes regionales y «también recibirá en su momento al presidente canario».

De la Vega recordó que el Gobierno socialista ya ha adoptado medidas para paliar la situación de los centros de internamiento en Canarias y aumentado los fondos para acoger a los inmigrantes. A su juicio, existen medios suficientes para hacer frente a la llegada de ‘sin papeles’, aunque prometió que «si hicieran falta más medios, se pondrán».

Consciente de la dimensión comunitaria del problema, las autoridades españolas insistieron en reclamar la ayuda a la UE. El ministro de Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, pidió a la Comisión Europea que intente sensibilizar a los dirigentes de los gobiernos subsaharianos para que se corresponsabilicen en el control de sus costas. España también ha pedido que el drama migratorio se incluya en la cumbre comunitaria prevista para el 15 y 16 de junio.

El Ejecutivo también ha intensificado sus contactos bilaterales con algunos socios de la UE, como Italia y Grecia, que conforman ‘frontera sur’ de Europa. María Teresa Fernández De la Vega recalcó ayer que la cuestión de fondo reside en que millones de africanos contemplan esa barrera geográfica como la única «tabla de salvación» ante la situación desesperada que viven en sus países.

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