EEUU SE BLINDA CONTRA LOS EXTRANJEROS / «No tenemos el control total y estoy determinado a cambiar esta situación», dijo en un mensaje televisado al país / Fox expresa su preocupación por la «militarización» de la zona

Bush enviará a 6.000 soldados a la frontera con México para frenar la inmigración ilegal

El Mundo, 16-05-2006

«No tenemos el control total de la frontera y estoy determinado a cambiar esta situación», dijo ayer el presidente Bush al anunciar el despliegue de tropas de la Guardia Nacional para combatir la inmigración ilegal en la frontera con México.«Hoy pido al Congreso que nos dé dinero para financiar las mejoras drásticas en poder humano y tecnología en la frontera», añadió.


El número inicial de soldados que acudirá en auxilio de la Patrulla de Fronteras, desbordada por la avalancha de indocumentados, rondará los 6.000. El anuncio, realizado desde el Despacho Oval de la Casa Blanca, en un discurso a la nación en hora de máxima audiencia televisiva, puso en guardia al presidente mexicano Vicente Fox, que le llamó personalmente para expresar su preocupación por la «militarización» de la frontera.


George W. Bush insistió en que el despliegue de la Guardia Nacional no equivale a la militarización y que los soldados desempeñarán únicamente labores de vigilancia, transporte y apoyo. Aseguró que ese despliegue se producirá en coordinación con los gobernadores de los estados afectados y de manera temporal, hasta que, hacia 2008, se complete el adiestramiento de igual número de agentes de la Patrulla Fronteriza, el organismo encargado de vigilar la línea. El plan está valorado en 1.900 millones de dólares


«Somos una nación de leyes y debemos reforzar nuestras leyes», argumentó el presidente, que recordó de paso la importancia de «hablar inglés» para los inmigrantes que aspiren a legalizar su situación en el país. Quiso reconciliarse así con el ala conservadora de su partido, que lleva meses reclamando una línea más dura contra la inmigración.


Los republicanos moderados, como el gobernador de California, Arnold Schwarzenegger, criticaron sin embargo los planes del presidente para blindar militarmente los más de 3.200 kilómetros de frontera entre San Diego y Brownsville. «No podemos usar en la frontera a nuestros soldados de la Guardia Nacional que vienen de completar un año o más en Irak», dijo el gobernador de California.Los gobernadores demócratas de Arizona y Nuevo México, Janet Napolitano y Bill Richardson, reconocieron la gravedad de la situación en la frontera, pero previnieron al mismo tiempo contra la militarización: «No estamos en guerra con México».


De los cuatro gobernadores afectados, tan sólo uno, el sucesor de Bush en Texas, Rick Perry, ha dado de momento el visto bueno al uso de la Guardia Nacional.


Hasta la fecha, unos 320 soldados de la Guardia Nacional cubrían las espaldas a la Patrulla de Fronteras, pero eran prácticamente invisibles. De acuerdo con los planes iniciales del Pentágono, los 6.000 soldados asumirán labores de vigilancia y transporte, pero no patrullarán ni estarán facultados para detener directamente a los indocumentados.


La Guardia Nacional


Este cuerpo está compuesto por 400.000 soldados, la mayoría reservistas.Aunque dependen directamente de los gobernadores de cada estado, el Gobierno federal puede recurrir a ellos para hacer frente a desastres naturales o a necesidades de guerra. En los momentos más críticos, hasta 40.000 soldados de la Guardia Nacional han estado en Irak. El número se ha reducido actualmente a a la mitad.


Bush se ha visto obligado a ceder a las presiones del ala conservadora de su partido, pero en una concesión a la facción moderada, sin embargo, se alineó ayer con la propuesta de Mel Martínez, el único inmigrante hispano en las filas republicanas del Senado, favorable a poner en marcha un programa de «trabajadores huéspedes» y allanar el camino a una parte de los más de 12 millones de indocumentados.


La propuesta de Martínez fue presentada ayer en el Senado y cuenta con el respaldo inicial de la mayoría de la Cámara Baja. La ley podría ser votada en dos semanas, pero aún quedaría por salvar un último escollo: cómo conciliarla con la ley anterior, aprobada en noviembre por el Congreso, que criminaliza a los inmigrantes indocumentados y prevé la construcción de un muro de más de 1.200 kilómetros en la frontera.

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