El Metro despide a tres vigilantes condenados por una agresión
El Mundo, 16-05-2006Transports Metropolitans de Barcelona (TMB), empresa que gestiona el Metro barcelonés, ha decidido prescindir de tres vigilantes de seguridad que fueron condenados por una falta de lesiones por agredir, mientras trabajaban, a un usuario de las instalaciones.
Los hechos tuvieron lugar la mañana del 19 de febrero de 2005, cuando el agredido, Joseph A., de raza negra, estaba en el andén de la estación de Metro de Paral·lel, de la línea 3. Dos guardias, Aníbal M. E. y Rubén S. se dirigieron al joven para exigirle que les mostrara su billete, reclamación ante la que la víctima se negó. En aquel momento se originó una disputa en la que intervino un tercer vigilante, Luis A. F., acompañado de un perro.
Las versiones en este momento son dispares, porque mientras los abogados de la defensa aseguran que el joven iba ebrio y agedió a los vigilantes, los testigos de lo sucedido afirman que el joven recibió insultos racistas y numerosos golpes. Además, quienes presenciaron lo sucedido critican que los vigilantes pidieran los billetes al usuario del Metro cuando no tienen funciones de revisor y no pueden pedri los billetes si no se encuentra delante un interventor.
Lo cierto es que el perro, que en un principio llevaba un bozal, terminó sin la protección y mordió a la víctima. Debido a las heridas, el hombre fue trasladado al Hospital del Mar de Barcelona mientras los tres guardias de seguridad eran detenidos.
La empresa encargada de la vigilancia del Metro, Securitas, propuso a la víctima llegar a un acuerdo económico por las agresiones recibidas, las más importantes debidas a las mordidas del perro.Las dos partes llegaron a un pacto pero varias personas que presenciaron lo sucedido decidieron denunciar la situación y llevar los hechos antes los tribunales.
El jucio se celebró el 24 de enero de 2006 en el juzgado de instrucción número 21 de Barcelona. Los tres testigos se presentaron en calidad de denunciantes y entraron en la sala donde se procedió a la vista oral. Finalmente, los guardias fueron condenados a una pena mínima de 40 días de multa por una falta de lesiones.
Ante la situación, TMB decidió prescindir de los servicios de los tres condenados. Fuentes oficiales de la empresa señalaron ayer que se pusieron en contacto con Securitas para «reclamar que estas personas no vuelvan a trabajar en el Metro». Las mismas fuentes señalaron: «Entendemos que personas con condenas firmes, como esta, motivadas por actitudes llevadas a cabo durante las horas de trabajo es mejor que no sigan trabajando con nosotros».
Mientras, desde el bufete Graells Legal Advocats, que ha sido el encargado de defender a los acusados, se trata de minimizar lo sucedido y niegan que la víctima fuera insultada por su condición racial. «Es más», señaló ayer un portavoz, «uno de los vigilantes tiene una novia de color y dedica parte de sus horas libres a colaborar con una asociación que defiende a los inmigrantes».
El mismo portavoz matizó lo sucedido y aseguró que «el usuario se encontraba durmiendo en la estación en muy malas condiciones físicas y psíquicas».
Por este motivo, añadió, los guardias «se dirigieron a él para pedirle que mejorara su actitud cuando comenzó un forcejeo».Es entonces, aseveran los abogados, cuando comenzaron las lesiones, que sufrieron todos los implicados en la pelea. «No sólo el usuario, también los vigilantes salieron heridos de trifulca», señalaron desde el bufete.
Una de las cuestiones más complicadas es el saber cómo el perro que en principio llevaba bozal logró morder al usuario. Según los testigos, «uno de los vigilantes le arrancó la protección para que atacara a la víctima». Sin embargo, la defensa asegura que simplemente «se trata de mala suerte» y que lo que único que sucedió es que «el perro perdió el bozal».
Además, la defensa insistió ayer en recordar que «se llegó a un acuerdo económico con el señor» agredido por un importe que «no es apropiado desvelar». Y atribuyeron la condena a que «hubo una serie de testigos que se empeñaron en llevar la causa a juicio».
Uno de los problemas con los que se encuentran los vigilantes de seguridad, sobre todo en el Metro, es que no están reconocidos legalmente como agentes de la autoridad. La utilización de perros es cada vez más común entre los guardias para que su figura quede reforzada. Esta es una de las fórmulas que se han impuesto en empresas como TMB y Renfe, sobre todo a determinadas horas y en según que circunstancias. Con todo, los animales deben llevar siempre un bozal, lo que no sucedió en los hechos relatados anteriormente.
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