Ni contigo ni sin ti: los decepcionados que pueden dar la victoria a Marine Le Pen
El Mundo, , 25-02-2019Votaron por el candidato de izquierdas Jean Luc Mélenchon en primera vuelta pero no están dispuestos a dar su voto al centrista Emmanuel Macron el próximo 7 de mayo. Votaron por el conservador François Fillon y también se niegan a respaldar al candidato europeísta en la segunda vuelta. A estos desencantados, la descalificación de sus candidatos en la primera vuelta les dejó un gusto amargo en la boca y rechazan el “voto útil” para frenar a la candidata ultraderechista Marine Le Pen. “Participé activamente contra las políticas de Macron, Valls y Hollande durante cinco años. Desde 2002, cuando Chirac y Le Pen ya llegaron a segunda vuelta, ni el Partido Socialista ni los Republicanos han hecho nada nunca para frenar al Frente Nacional. La prueba es el récord de votos que ha obtenido en la primera vuelta”, explica Théo, estudiante de Comunicación 24 años y que militó durante dos años en el Partido Verde hasta que éste dio su apoyo a los socialistas. “Quiero abstenerme para que sean conscientes de que nuestros votos no son algo adquirido y el sistema electoral está acabado. Por supuesto que Le Pen es mucho peor que Macron, queda demostrado en las ciudades en las que gobierna Le Pen. Pero no quiero elegir entre el Frente Nacional y aquellos que son responsables de su subida. Abstenerse es un medio de no dar mi apoyo a ese círculo vicioso”, explica, contundente Théo, que, aunque reconoce que el programa de Le Pen es “mucho peor” que el de Macron, considera que el de el centrista también va “destruir” los derechos sociales de los franceses. Este votante de Mélenchon, en “desacuerdo tanto con Macron como con Le Pen”, está convencido que el racismo es tan peligroso como el liberalismo extremo: “ambos son catastróficos para los más vulnerables y para toda la sociedad”. Aunque los sondeos pronostican una victoria incontestable de Macron frente a Le Pen el 7 de mayo, en los últimos días cabe hacer algunas precisiones. Más del 65% de los que apoyaron a Mélenchon son partidarios del voto en blanco (no reconocido legalmente en Francia) o la abstención, según la consulta pública que organizó el movimiento. Por otro lado, según uno de los últimos sondeos sobre la segunda vuelta, de fecha 29 de abril, entre los electores de Fillon, un cuarto se dirigirá hacia Marine Le Pen y al menos un tercio se abstendría. De confirmarse la tendencia, Macron seguiría ganando, pero por un corto margen, lo que cuestiona su legitimidad para gobernar. La banalización del Frente Nacional Ludovic, de 38 años, también votó a Mélenchon y ha decidido hacerlo en blanco en la segunda vuelta. “Lo primero de todo, no es una decisión motivada por el rencor ni la venganza hacia Macron”, defiende Ludovic, simpatizante del movimiento similar al 15 M español, Nuit Débout (Noche en Pie), desde el que acabó derivando en Francia Insumisa. No votará a Macron porque “propone un liberalismo muy duro” y sus medidas en empleo le parecen desacertadas. Tampoco piensa votar a Le Pen porque ésta “cree que la inmigración es la razón de todos los males” y sus propuestas en este tema le dan “escalofríos”. Ludovic, dueño de una empresa de servicios informáticos en Alta Normandía, lo tiene claro: “No puedo elegir entre un liberalismo que oprime al más débil protegiendo a los más ricos y la estigmatización del diferente y la probable salida de Europa”. No es la primera vez que el Frente Nacional se clasifica para la segunda vuelta. En 2002, cuando Jean Marie Le Pen pasó a la segunda vuelta electoral, cientos de miles de personas, votantes de izquierda y de derecha tomaron las calles en los días previos a la cita definitiva con las urnas para mostrar su vergüenza y su rechazo al partido ultraderechista. “No es a los inmigrantes a quienes hay que echar, es a Le Pen”, gritaban. Pero 15 años después, los franceses ya no se ruborizan por el auge del partido ahora liderado por la hija del fundador del Frente Nacional. Sólo el diario comunista L’Humanité dedicó su portada al peligro que representa Marine Le Pen y pidió “bloquear” su camino al Elíseo. La candidata, que de cara a la segunda vuelta se ha desvinculado estratégicamente tanto del partido como de su famoso apellido (ambos ausentes de su nuevo cartel electoral), logró el 23 de abril una cifra récord de 7,7 millones de votos, tres millones más que los que obtuvo su padre. “No existe la convicción de que el FN sea un peligro para la democracia”, reconocía a la agencia France Presse Dominique Sopo, presidente de SOS Racisme.Votantes de Fillon que elegirán a Marine Le Pen Otra prueba de esa normalización del discurso del Frente Nacional es el probable trasvase de votos del conservador François Fillon también derrotado en primera vuelta hacia el Frente Nacional. “Por decepción y por enfado”, Élisabeth, de 65 años, votante fiel de Los Republicanos, admite que su voto en segunda vuelta será para Marine Le Pen. “Es un voto contra Macron, el clon de Hollande y contra el sistema europeo. Votaré a Le Pen para hacer saltar al sistema, quiero que todo cambie”. Pero ¿no le parece un voto kamikace? “Sí” responde, “pero por culpa de las mentiras de la clase política y de los periodistas estamos en una situación próxima al caos”, responde. La opinión de Dominique, también de 65 años, jubilado y residente en París, es parecida. “Di mi apoyo a Fillon y en ningún caso veo a Macron como presidente. Temo que baje los salarios y quiere unir a todo el mundo, eso es imposible”, explica Dominique, dispuesto a votar a Marine Le Pen, sobre todo por los inmigrantes. “Si vivieras en París, lo entenderías”, explica, y da un ejemplo: “No tengo coche en París, voy en metro. Soy muy alto, rubio y soy yo el que se siente diferente. Y si vas hasta la avenida Clichy, ya es directamente otro país. Es increíble.. Tengo un espíritu de apertura pero, como decía el antiguo rey de Marruecos, los musulmanes nunca se podrán integrar en Europa”, zanja. Aunque François Fillon ha pedido el voto para Macron con el objetivo de frenar a Le Pen, no todos sus votantes están de acuerdo. De hecho, el movimiento católico Sens Commun detrás del cual se parapetó Fillon en su carrera al Elíseo no ha secundado a su candidato. “Entre la extrema derecha y la extrema confusión, pedimos a los franceses que mediten las consecuencias de su voto en la segunda vuelta. (…) Los dos programas son devastadores para el país. No deseamos ni el caos de Marine Le Pen ni la deconstrucción de Emmanuel Macron”, defendían en un comunicado la semana pasada. Si algo dejó claro el mapa electoral con el que Francia despertó el 24 de abril es que el país está dividido en dos. De un lado, aquellos que se sienten ‘ganadores’ de la globalización y que votaron a Macron, pero también a Fillon. Son los electores de mayor formación, viven en zonas urbanas y tienen un cierto nivel adquisitivo, aunque discrepan en aspectos clave como la lucha contra el terrorismo o la cuestión migratoria. De otro, los pesimistas, los inconformistas, los que se sienten víctimas de las desigualdades económicas y apuestan por la ruptura; votaron a Le Pen o a Mélenchon. Es una Francia que apuesta por lo público, son sobre todo jóvenes pero también aquellos menos formados y se sienten ignorados. De nuevo, la postura respecto a los extranjeros es contraria – irreconciliable- entre el votante de Mélenchon y el de Le Pen. Ésta tiene un programa racista; el líder de Francia Insumisa no lo tenía. En la cuenta atrás hasta el día D, cabe preguntarse si la decepción o el enfado motivarán el voto de los simpatizantes de los derrotados (Mélenchon y Fillon) y si Macron y Le Pen sabrán construir un discurso que no se dirija a una única Francia a la que los dos quieren servir y dicen amar, sino a una Francia dividida cuyo puzzle uno de los dos recibirá el encargo de recomponer.
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