Cuando el odio racista derrama sangre
La Vanguardia, 15-05-2006La clase política y la ciudadanía belgas están inquietas. El asesinato a tiros de dos personas por motivos xenófobos la semana pasada en Amberes – bastión de la extrema derecha separatista flamenca – y la sucesión de diferentes ataques a extranjeros ha llevado al país a plantearse hasta qué punto el racismo ha echado raíces en su sociedad.
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“Tres veces en una semana, ¿todavía se puede hablar de un incidente aislado o se trata de una úlcera que hemos dejado madurar y que ha explotado ahora?”, se preguntaba este fin de semana el diario flamenco De
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Morgen.Las próximas elecciones municipales de otoño pueden dar respuesta al interrogante.
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Unas dos mil personas se congregaron ayer frente a la sede del partido racista Vlaams Belang (VB, Interés Flamenco) en Bruselas. “El VB mata”, se podía leer en algunas pancartas de esta manifestación que recorrió el centro de la capital, convocada a través de mensajes en los teléfonos móviles. La clase política belga, tanto francófona como flamenca, también ha apuntado a esta formación, surgida tras la ilegalización del Vlaams Block por sus ideales racistas, como “responsable moral” de lo sucedido. El partido rechaza las acusaciones y asegura que “no admite skinheads” en sus filas – aunque son fijos en sus manifestaciones – . “Son parásitos que abusan de nuestras ideas para sus propios fines”, se defendía ayer su presidente, Frank Vanhecke, en el congreso celebrado bajo el lema “Flandes seguro y habitable”. Vanhecke pidió a los presentes mantener un minuto de silencio por las víctimas.
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Sin embargo, sus convicciones ideológicas sirvieron de inspiración a Hans van Themsche, un estudiante de 18 años que el pasado jueves compró una escopeta de caza y salió a las calles con el objetivo deliberado de matar extranjeros, según declaró después, para “poner orden en la sociedad”. La policía le detuvo después de herir a una ciudadana de origen turco y de matar a tiros a una mujer africana embarazada y a la niña de dos años que cuidaba. Todo ocurrió a plena luz del día en el centro de Amberes. Van Themsche procede de una familia muy relacionada con la extrema derecha flamenca y simpatizante de los nazis, con los que luchó su abuelo en la Segunda Guerra Mundial; aunque el presunto asesino no pertenece al VB, su tía es una conocida parlamentaria de este partido, del que también su padre es militante, según ha relatado la prensa. No es éste el único altercado racista ocurrido en la próspera región de Flandes en los últimos días. También en Amberes, la semana pasada un ciudadano de origen marroquí fue hallado muerto cerca de un río después de una persecución a la salida de una discoteca. Y en la tranquila ciudad de Brujas, el alcalde ha ordenado el cierre de un café frecuentado por cabezas rapadas después de que dos hombres de origen africano fueran brutalmente golpeados en sus alrededores. Estos ataques se producen semanas después del asesinato del joven Joe van Holsbeeck en la estación central de Bruselas. El crimen, supuestamente perpetrado por dos jóvenes polacos que querían robarle un reproductor de música, conmocionó al país y ha podido alimentar la actual ola de ataques racistas, justamente lo contrario de lo que pedía su familia.
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En los debates televisivos del fin de semana, todos los partidos han cargado contra el VB. La presencia de un dirigente del partido en los platós de la televisión pública flamenca suscitó las críticas de los francófonos. “Los tratan como si fueran gente perfectamente respetable”, se quejaba la parlamentaria socialista Fouad Ahidar. Vlaams Belang les acusa en cambio de actuar con fines electoralistas ante la cercanía de los comicios municipales de octubre, en los que el partido aspira a continuar la impresionante progresión electoral iniciada en 1994. En las últimas elecciones regionales logró un 24% de los votos y en Amberes ha seducido al 33% del electorado. Pero aún no ha logrado acceder al poder. El cordón sanitario que por sistema forma la coalición del resto de los partidos se lo ha impedido, aunque cada vez hay más partidarios entre los políticos flamencos de acabar con esta práctica, que a la larga parece haber reforzado al VB.
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