La policía se incautó de un violín Stradivarius Cremonensi del año 1715, valorado en unos 12.000 euros, en el curso de una operación en la que fueron detenidos once rumanos y dos españoles de una organización dedicada al tráfico de seres humanos, la explotación de mujeres, la comisión de robos y otros delitos contra la salud pública.

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La red desarticulada en Cataluña y Málaga contaba con una amplia infraestructura en Rumanía y España, operaba en varios países de la Unión Europea y estaba dirigida por un hombre apodado Catalín, internado en la prisión salmantina de Topas.
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Sus integrantes compraban y vendían a las víctimas, controlaban espacios en autovías y calles de ciudades españoles – que llamaban «territorios conquistados» – donde explotaban o alquilaban prostitutas a otros proxenetas, algunas de las cuales eran sus propias novias. Mediante este sistema mafioso, uno de los detenidos cobraba 300 euros por admitir en su territorio de la autovía de Castelldefels que trabajara una chica.
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Otras mujeres eran prostituidas en clubes de alterne de la mencionada autovía catalana, donde eran llevadas por sus chulos, obligándolas en ocasiones a vender drogas a sus clientes.
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La estructura de la organización contaba en Rumanía con la colaboración de transportistas que trasladaban a las mujeres a España, simulando su entrada como turistas, para lo que se encargaban de justificar los requisitos exigidos por la legislación de extranjería para entrar en el país.