EL ELEFANTE EN EL SALÓN
Diario Vasco, , 04-02-2019Al analizar el fenómeno de la entrada en los parlamentos europeos de fuerzas populistas ultraderechistas autoritarias, que proponen soluciones simplistas y trasnochadas ante los problemas complejos que afrontan nuestros países, ha habido dos grandes enfoques para describir sus causas: uno desde el ángulo meramente económico, como la revuelta de los abandonados por la creciente desigualdad de ingresos y los efectos de la globalización. Otros razonan que no es sino una expresión de las inquietudes culturales que rodean a la preservación de la identidad de los pueblos y el impacto de la inmigración. Aunque ambos vectores plantean argumentos válidos, no abordan sin embargo la cuestión nuclear que los populismos explotan con habilidad demagógica.
La metáfora del elefante en el salón se refiere a la existencia de un problema obvio o cuestión espinosa, que habitualmente conlleva una gran carga emocional, que se prefiere ignorar o evitar discutir para eludir fricciones o disputas. En nuestras sociedades democráticas liberales este problema viene dado por la quiebra de la confianza implícita de la ciudadanía en la integridad y honestidad básicas que se espera de la actuación de nuestras instituciones públicas y sus representantes. Estos incluyen tanto a políticos elegidos en sufragios, como a dirigentes económicos y sindicales, periodistas y medios de comunicación, expertos profesionales y académicos, en fin, a quienes por su posición de liderazgo social nos ayudan a conformar la imagen de la realidad que tenemos de nuestras sociedades a través de la información que facilitan.
En efecto, la clave del triunfo de las democracias liberales reside en el acto de fe colectivo consistente en la creencia de que la información dada por los líderes sociales es veraz y fiable, y de que el poder del que disponen será utilizado en beneficio del interés común. Cuando ello falla de forma estrepitosa o reiterada (casos de corrupción y soborno políticos, uso laxo del erario público, colusión de operadores económicos en perjuicio de la capacidad adquisitiva de la población, etc.) y los tribunales de justicia actúan mal o tarde, con la consiguiente percepción de impunidad ante fechorías, se está abusando de la confianza que la ciudadanía tiene depositada en sus líderes sociales.
Para superar este bucle sombrío recordemos que en los países en los que el nivel de confianza hacia el prójimo es elevado, los índices de criminalidad y corrupción son más bajos. Así, en vez de hacernos los suecos ignorando al elefante, precisamente la solución podría venir de Suecia: a pesar de que los impuestos son elevados y los ciudadanos disponen de generosas ayudas públicas, resulta que tras Silicon Valley es donde surgen más start-ups tecnológicas triunfadoras per cápita (Skype, Spotify, etc.) y su índice de supervivencia es más elevado. Una de las razones reconocidas de dichos éxitos es el elevado grado de confianza recíproco existente, lo que facilita la colaboración, flujo e intercambio libre de ideas entre emprendedores y directivos de compañías consolidadas.
Para regenerar la confianza erosionada en asuntos importantes para la prosperidad colectiva también es necesario que dirigentes empresariales y sindicales asuman el liderazgo propio de sus ámbitos de actuación. Dos botones de muestra de la buena labor que se está haciendo por nuestros lares serían, por un lado, el planteamiento estratégico efectuado por parte de ADEGI, asociación de empresas de Gipuzkoa, con su denominada ‘Nueva Cultura de Empresa’, extendiendo una invitación a las empresas para convertir a la compañía en un proyecto compartido por todas las personas que desarrollan en ella su trabajo, basado en la confianza mutua, en valores y propósitos comúnmente aceptados, fomentando la comunicación, transparencia y participación. Tras algo más de un lustro, dicho enfoque continúa su marcha firme.
En materia de jubilación, asunto de honda preocupación social, el modelo Geroa alumbra la ruta anhelada. Entidad de previsión social nacida de la negociación fructífera entre sindicatos del sector siderometalúrgico con ADEGI, bajo el auspicio de las autoridades públicas vascas, Geroa servirá para que miles de empleados perciban a su jubilación un complemento, adicional al de la pensión pública de la Seguridad Social, mediante las aportaciones paritarias que periódicamente realizan tanto empresas como trabajadores de los sectores adheridos, gestionadas de forma excelente por el premiado equipo profesional de Geroa. Nuestros líderes empresariales y sindicales deberían impulsar conjuntamente la generalización de esta magnífica idea a otros sectores y territorios, con legítimo orgullo y por encima de dogmas y prejuicios.
Mandemos de paseo a nuestro elefante interior y perdamos la vergüenza a expresar nuestra confianza en el prójimo. Apoyémonos en los instintos y valores de solidaridad y colaboración natural de las personas. La esperanza de lograr así un mundo mejor para la generación venidera es un motor más poderoso y duradero que el miedo, la rabia o el odio.
(Puede haber caducado)