Caravana migrantes
Migrantes de primera caravana esperan todavía recibir asilo en México
La Vanguardia, , 25-01-2019Tapachula (México), 24 ene (EFE).- Casi cuatro meses después de su entrada indocumentada en México, decenas de migrantes de las primeras caravanas centroamericanas todavía esperan regularizar su situación con un visado humanitario.
Nada más entrar a territorio mexicano, estos migrantes se adhirieron al plan “Estás en tu casa” ofrecido por el entonces presidente, Enrique Peña Nieto.
Pero siguen esperando una respuesta porque el proceso es lento y la espera los obliga a mantenerse lejos del ojo público la mayor parte del tiempo.
Los que salieron de El Salvador han permanecido temerosos de ser deportados. Sin embargo, esto no ha detenido a la familia de Elena Peña, quien aún extraña la tierra que la vio crecer.
“Extraño mi tierra, cruzamos por el río y es triste dejar su tierra, es duro dejar a su familia por allá”, señala este jueves a Efe mientras suspira y contiene el llanto.
A las puertas de entrada de la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (COMAR), Elena toma valor y expresa que la huida de El Salvador se debió a que un día la asaltaron y amenazaron de muerte a ella y a su familia.
“Dejé mi casa, todo se llevaron los muchachos, unos muchachos que están molestando por allá, matando gente. Ya lo amenazan a uno y es mejor irse para otro lado”, denuncia, en alusión a los temidos pandilleros.
Elena atiende a Efe mientras espera para ser atendida en su primera cita en la COMAR, donde se supone que le indicarán cuáles son los trámites para obtener la visa humanitaria.
“Esta vía es más larga. Sin embargo, vamos a realizar todos los trámites. (…) Me gusta Chiapas, aquí me quedo, mi familia tiene trabajo de chalanes (ayudantes), pero tenemos paz, tranquilidad”, expresa.
La mujer admite que todos estos meses que ha permanecido en Chiapas no se ha acercado a la oficina de Migración por el temor a ser deportada. Sin embargo, señala que ha visto mucha movilidad entre sus paisanos y eso le da ahora confianza para tocar a esa puerta.
“Se siente feo porque lo discriminan a uno bastante ya que lo tratan a uno de ratero, con desconfianza. Uno se siente mal. Dios lo apoya a uno también, uno está agarrado de las manos de dios, hay que echarle ganas para delante”, afirma.
Susana Elizabeth Pineda, nuera de Elena, se queja de que no es fácil encontrar un empleo digno y denuncia que se sienten discriminados al solicitar trabajo.
“Los empleadores le dan preferencia a los mexicanos y a los guatemaltecos argumentando que los salvadoreños, hondureños y nicaragüenses somos personas conflictivas y que no se adaptan con los mexicanos”, lamenta.
Susana indica que, cuando se acercan a buscar empleo, se encuentran con negativas de parte de las empresas.
“Perdimos nuestro trabajo y, cuando encontrábamos, nos decían que no, que teníamos que ser mexicana. Muchas veces me dijeron eso y me resigne a quedarme en la casa, deprimida, y luego salimos a hacer la lucha”, manifiesta.
Para muchos migrantes, las nuevas políticas mexicanas son una esperanza de que ya no serán extorsionados o ejecutados por bandas delictivas ni perseguidos por las autoridades, que muchas veces comenten abusos con los que no saben de las políticas migratorias y los derechos que les otorgan.
“Estamos cansados (de) que nos vean como rateros, que nos vean con desconfianza”, puntualiza Elena.
Desde los últimos meses de 2018, han entrado en México unos 11.500 migrantes centroamericanos, principalmente de Guatemala, El Salvador y Honduras. Más de 10.000 han solicitado ingresar de manera regular a través de una tarjeta de visitante por razones humanitarias.
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