Un joven belga de 18 años conocido por sus inclinaciones ultraderechistas mató ayer a tiros a una mujer africana y a la pequeña que estaba bajo su cuidado. Lo hizo en el centro de Amberes, la segunda ciudad de Bélgica, y a plena luz del día. Poco antes había herido gravemente a una mujer turca y había recorrido varias calles armado con una escopeta de gran calibre. Al final, el joven ultra se enzarzó en un tiroteo con la policía local del que salió herido en el estómago. Las autoridades esperan que se recupere para que declare ante el juez de instrucción.
“El primer ministro, Guy Verhofstadt, está conmocionado por los crímenes cometidos en Amberes”, rezaba un comunicado divulgado por el Gobierno. “Estos crímenes horribles y cobardes son una forma extrema de racismo. Nadie puede ignorar ya aquello a lo que la extrema derecha puede llevar”. El Ejecutivo de Verhofstadt llamó a “todas las comunidades del país” para que “reaccionen con precaución” y prometió que “se hará justicia”.

UN FEUDO DERECHISTA
Amberes es una ciudad con un alto porcentaje de población inmigrante – – africanos y turcos en su mayoría – – y uno de los bastiones de la extrema derecha en Flandes, una región que ha escorado electoralmente hacia la opción ultra. Los problemas de convivencia son cada vez más graves. En la noche del pasado sábado, un grupo de cabezas rapadas atacaron e hirieron gravemente a un africano en el centro de Brujas, la ciudad más importante de la región. Ayer estaba prevista una manifestación de rechazo.
El joven de Amberes, que en el momento de cometer los asesinatos iba vestido de negro de los pies a la cabeza, ha sido descrito por la fiscalía como un cabeza rapada. La pequeña fallecida tenía sólo 2 años. La mujer turca que resultó herida sufre un colapso pulmonar y se encuentra en estado crítico en el hospital, aunque los médicos informaron de que su vida no corre peligro.