La obstinación de Donald Trump con el muro fronterizo obliga al tercer cierre de su Gobierno

Millones de empleados públicos afrontan la Navidad sin cobrar sus sueldos al negarse el jefe de la Casa Blanca a firmar la ley presupuestaria

Diario Sur, CAROLINE CONEJERO, 23-12-2018

Todas la miradas apuntan al presidente como responsable del cierre parcial de la Administración federal por su rechazo a firmar una ley presupuestaria que no incluya una partida económica para la construcción del muro fronterizo con México. Pero un desafiante Donald Trump señaló ayer estar preparado para una «larga clausura» del Gobierno y, a pesar de que la semana pasada asegurara ante las cámaras y los líderes demócratas que asumiría con orgullo la culpa, rechazó cualquier responsabilidad culpando a la oposición del fracaso.

El líder republicano, que suele crecerse a base de crear drama y caos, ha llevado esta vez las negociaciones del Presupuesto al borde de la extorsión al Congreso con su vitriólico estilo de órdago al ‘todo o nada’.

Ésta es la tercera crisis presupuestaria en lo que va de año, un instrumento que Donald Trump utiliza para obtener sus demandas, casi siempre sobre la construcción del muro. La ley del presupuesto, que cuenta con el acuerdo de todos los líderes de ambas cámaras del Congreso – los republicanos Ryan y McConnell y los demócratas Pelosi y Schumer – , asigna 1,6 billones de dólares – 1.400 millones de euros – para seguridad fronteriza, pero no incluye los 5 billones de dólares (4.300 millones de euros) que Trump exige para erigir la barrera.

De cualquier forma, la Casa Blanca y el propio presidente trataban ayer de atemperar el lenguaje y reforzar la nueva narrativa oficial sobre lo que ahora llaman «valla metálica», que incluiría tramos de verjas en combinación con un reforzamiento de la seguridad fronteriza. Trump personalmente hizo un llamamiento al bipartidismo y a «trabajar juntos» para evitar que el cierre administrativo se prolongue demasiado tiempo. En respuesta, los demócratas responsabilizaron a los republicanos de ceder al pataleo del presidente y de permitir una clausura destructiva e innecesaria en medio de las celebraciones de Navidad.

Las negociaciones para alcanzar un acuerdo que satisfaga las demandas del presidente continuarán en el Congreso durante el fin de semana, pero mientras unos 800.000 empleados públicos federales, de los 2,1 millones que trabajan en la vasta burocracia nacional, no saben si cobrarán o cuándo podrán retornar al trabajo. La mitad de ellos no han recibido la paga de Navidad. El Congreso prepara una legislación, ya aprobada por el Senado, para asegurar el pago retroactivo a los funcionarios afectados por el cierre.

Además, el cierre súbito ha causado el caos en muchos departamentos. Por ello, se ha obligado a implementar planes de emergencia y gestionar la reducción de las operaciones a mínimos.

Los afectados incluyen a cerca de la mitad del equipo de la NASA y unos 52.000 empleados del departamento de Hacienda, así como un 80% del personal del servicio de parques nacionales. El cierre parcial del Gobierno afecta asimismo a cerca de 3,7 millones de empleados de contratistas independientes, que incluyen desde la seguridad hasta la limpieza de edificios públicos y al mantenimiento de las armas nucleares.

La suspensión repentina de servicios ha incomodado también a miles de turistas, que no podrán visitar la Casa Blanca ni los parques y museos nacionales durante las fiestas.

En el centro del duelo entre el presidente y el Congreso se encuentran el canal de televisión Fox y la derecha mediática, de donde Trump suele obtener la narrativa populista y ahora instiga la revuelta ultraconservadora contra el presidente, al que acusan de no cumplir con su promesa de erigir el muro fronterizo.

La revuelta, liderada por los usuales comentaristas de la ultraderecha como Ann Coulter y Rush Limbaugh, desplegó una virulenta campaña de presión sobre Trump, a quien desde las redes y los medios de comunicación se calificaba de fraude sin legado político, al tiempo que le amenazaban con retirarle su apoyo en las elecciones de 2020 si no consigue la financiación del muro.

El presidente, que depende emocional y políticamente de la adoración de las masas de la base republicana, se ha visto atrapado en la crisis del Presupuesto sin mucha opción de escapatoria y presionado por el miedo a perder el único apoyo incondicional que aun le queda.

La revuelta mediática conservadora, que fue esencial en la construcción y encumbramiento de Trump, se une ahora a la saga de amenazas que se ciernen sobre la Casa Blanca, en un cerco que incluye ya al poder militar, las múltiples causas judiciales derivadas de la investigación de Mueller sobre los vínculos rusos, la caída de los mercados, y el decline de la economía.

Solo ante la presión y el país, la pelota permanece en el tejado del presidente, que debe decidir si se aferra a su posición o abandona el reto al Congreso firmando el Presupuesto, con dotación pero sin muro, antes de la Navidad.

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