«Métete muy dentro pero que muy dentro la idea de que tú puedes. Y creételo»
En lo alto de la calle Jaizkibel, una peluquera
Diario Vasco, , 29-11-2018De Buenaventura, en el Valle del Cauca, Colombia. Se vino con 19 años. Hoy tiene 32. Hermana de Jose Elmo y Samira, hija de Edmon. Y sobre todo, madre de dos divinidades color chocolate, Ailyn y Sthefanny, alumnas ahora de Karmengo Ama Ikastetxea. En su nueva peluquería, abierta en agosto, trabaja un buen barbero, Billy. Mientras hablamos atiende con fina mano al mayor encestador del Delteco GBC. Isa ha salido de una ruptura amorosa violenta y dolorosa. Pero sabe que llegará a donde sus sueños la lleven.
- Es el título de un libro, ¿verdad?
- ¿El qué?
- Esa frase de que sabes que llegarás a donde tus sueños te lleven.
- Ah, sí sí. El de Javier Iriondo. La historia de ese alpinista que perdió a un compañero en el Himalaya, cayó en una terrible depresión y solo salió con ayuda de un misterioso maestro que le ayudó a vencer miedo y tristeza. A mí me ha servido de mucho. Para saber tomar decisiones. Para hacerme fuerte. Y cuando vuelvo a caer, a desmoronarme, me pongo en el ordenador audios de autoayuda. Para volver a salir del agujero.
- ¿En serio? ¿Audios que te sacan de ahí abajo?
- Lo vas a entender muy fácil. Tú sabes que una de las maneras que tiene tu (mala) pareja de machacarte es la de decirte continuamente que no vales para nada, que no serás nunca nada. Solo culpable. Culpable de casi todo. Y como lo dice una y otra y otra y mas veces acabas interiorizándolo. Creyéndotelo.
- Afirmativo. Se cuenta en el manual de primeros auxilios de cualquier Casa de Mujeres. Aunque algunos jueces no lo entiendan…
- Pues si eso malo que escuchas de continuo acaba por metérsete muy pero muy pero que muy dentro, ¿por qué no iba a funcionar al revés?
- Quieres decir…
- Que si escuchas que alguien te dice, aunque sea desde tu ordenador, que vales mucho, que puedes tirar para adelante, que vas a lograrlo… pues también llega a calarte hondo, muy hondo. Y te lo crees. Porque además sabes que es cierto.
- Pero no solo te dan ánimo los tutoriales de tu ordenador.
- No, claro. Me siento muy a gusto en este barrio, al otro lado de la calle Azkuene. Me han recibido muy bien. Vivimos muy cerca de la peluquería. Ya comparto ratos de mi vida con madres que llevan a sus hijos a Karmengo Ama. Los profesores me arropan mucho. Suelo bajar al bar de Carolina, el Manuela porque está en el parquecillo… Y aunque a veces tenga momentos de pánico y piense que acaso no llegue a pagar los alquileres, resulta que mis clientas, las que me conocían de mis tiempos en el local compartido de Amara, me han seguido cuesta arriba.
- Alguna eso sí, se queja un poco.
- Es que hay quien viene desde Alegi. Y, sí, me dicen, «muchacha, ¿no podrías haberte ido más lejos?».
- Ni más arriba.
- Buscaba un barrio distinto. Un alquiler lógico, no desorbitado. Y un lugar donde hubiese gente latina. Aquí mismo y en los alrededores. Aparte de la de Alegi me vienen de Herrera, de todo Pasaia, de Gros.
- ¿Qué les das?
- Conozco su pelo. Porque es el mío.
- Cuenta.
- Las afrolatinas lo tenemos más fuerte, muy rizado. Seco. Poroso. Nos gusta liso, aunque lo dicho, es rizoso. Nos gusta largo. A medida que te integras en esta sociedad, mezclándote más, lo vas acortando. Porque te sale. Pero si tu círculo es exclusivamente latino, lo llevarás largo. Porque las latinas entendemos que el pelo es un arma de seducción. Como la ceja tupida pero perfilada. Como las pestañas. Todo para que el rostro se nos ilumine y los ojos destaquen. Mucho.
- Déjame que le pregunte a Billy sobre la barba latina…
- En Medellín, en Bogotá, empieza a verse jóvenes que se dejan barba y aquí depende también de si ya se han adaptado a tope a la moda europea. Pero mayormente el latino quiere su cara muy afeitada, muy limpia, casi lampiña. En todo caso admite, de buen gusto, el ‘candado’.
- ¿’Candado’?
- Barba alrededor de la boca y debajo de la nariz. Afeitando los bordes lentamente. No se extiende más allá de la sonrisa. Con un bigote bastante definido. Es sencilla pero te da mucha personalidad.
- Gracias, Billy. Isa, tú eres fan total de la keratina. ¿por qué?
- Para mí es la proteína imprescindible en todo alisado. Cierto que para aplicarla bien necesitas conocimiento y mucho tiempo pero a diferencia de otras cremas alisadoras, hidrata el pelo y evita que se rompa.
- He oído decir que a uno de Hernani le pintaste o le teñiste o yo qué sé qué una ikurriña en la cabeza. ¿De verdad?
- Toda la cabeza. Primero tuve que marcarles las rayas. Luego decolorar en varias etapas para conseguir el blanco. Menos mal que era rubio porque el blanco y el plateado son muy difíciles de obtener. Lavar bien para que no se mezclara con los otros colores. Luego le di el verde. Volví a lavar. Después el rojo. Lavar. Quedó bien. Y él, tan contento.
- ¿Seguirás luchando?
- Claro. Me ayudan pero no he querido vivir de esas ayudas. Creo que tengo un arte y voy a vivir de él.
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