LAS OTRAS MIGRACIONES / La polémica sobre los 'ilegales'
Africa, un continente en movimiento
El Mundo, 07-05-2006El endurecimiento de las leyes antiinmigración ilegal en Estados Unidos ha reabierto el debate sobre cómo gestionar los grandes flujos migratorios que ha desatado la marea globalizadora en todo el mundo. Según el Informe anual de Naciones Unidas sobre Migración, Africa es el continente con una mayor población móvil de todo el mundo. En 2025 uno de cada 10 africanos trabajará fuera de su país de origen. Y no sólo aumenta el número de personas que se desplazan en busca de oportunidades. La inmigración en el interior de Africa, y también del continente asiático, está feminizándose. Si tradicionalmente han sido los hombres quienes han abandonado sus lugares de nacimiento, la última década han presenciado el auge de las tasas de mujeres ‘ilegales’.
Con una población de 680 millones de personas, de las cuales cerca del 50% vive bajo el umbral de la pobreza, Africa se enfrenta a un enorme reto: cómo gestionar los grandes flujos migratorios que tienen lugar tanto dentro como fuera del continente. Según el Informe anual de la ONU sobre Migración, Africa es «el continente con una mayor población móvil en el mundo, y el número de africanos que viven fuera de su país ha crecido más del doble en una generación».Por su parte, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) asegura que en 2025 uno de cada 10 africanos trabajará fuera de su país de origen.
Son millones de personas que van allí donde pueden y se les necesita, y que, en primer lugar, se decantan por países de su entorno.Tradicionalmente, la emigración en el Africa subsahariana se ha dirigido a zonas concretas, y se pueden señalar varios «polos de atracción»: Costa de Marfil, Senegal y Nigeria, en la zona occidental; Sudáfrica en el sur; Gabón en Africa Central, y Kenia, en el este. Pero hoy en día estos países se enfrentan a una grave crisis económica y política que no les permite seguir acogiendo inmigrantes, de ahí que la población se dirija ahora a las zonas del Magreb – principalmente Libia, Marruecos y Mauritania – , desde donde esperan poder llegar a Europa.
Particularmente llamativos son los casos de Sudáfrica y Costa de Marfil. El primero, con una porosa frontera de 3.000 kilómetros de largo, ha sido durante décadas destino predilecto de sus vecinos y, según un informe del Centro de Investigación, Documentación y Divulgación para las Relaciones Internacionales y el Desarrollo (CIDOB), tenía en 2004 entre dos y ocho millones de inmigrantes irregulares.
La inexactitud de las cifras da una idea del poco control que existe sobre ellas. Durante décadas, esta inmigración ha sido favorecida por las propias autoridades del país, necesitadas de trabajadores para sus minas de metales preciosos y las plantaciones de azúcar, pero en los últimos años la creciente cantidad de extranjeros ha llevado a la puesta en marcha de duros mecanismos para controlar y restringir la entrada de inmigrantes.
Similar es la historia de Costa de Marfil. Con gran disponibilidad de recursos naturales, una economía modernizada (considerada la perla francesa) y mano de obra limitada, más de la cuarta parte de la población total del país (28,5%) y casi la mitad (un 46%) de la de Abiyán, la capital, era inmigrante – procedentes sobre todo de Burkina Faso – en 1995. Esta situación dio lugar a un conflicto que llega hasta hoy en día y que se remonta a noviembre de 1994 cuando, por motivos electorales, pero con enormes consecuencias sociales, se limitó el derecho a la elección presidencial a quienes fueran hijos de padre y madre marfileña. Nació así un concepto que todavía hoy condiciona la vida del país, la marfileñidad (la ivoirité, en francés), por el cual se discrimina a un importante sector de la población que, aun con nacionalidad marfileña, desciende de inmigrantes. Este hecho, sumado a la falta de prosperidad económica, ha llevado a que en la actualidad el porcentaje de extranjeros haya descendido hasta el 17% de la población.
En los últimos años, la inmigración intraafricana ha aumentado además debido a otro aspecto: la «feminización» de la inmigración.Si tradicionalmente han sido los hombres quienes han salido de sus lugares de origen en busca de trabajo, hoy las mujeres suponen ya casi el 47% de los inmigrantes en Africa. Esto supone un cambio importante ya que, debido al tradicional rol que algunas comunidades africanas imponen a la mujer, éstas suelen elegir como destino un país africano, antes que europeo o de ultramar.
Además, y aunque no se pueden considerar inmigrantes como tales, no se puede olvidar a los refugiados, que salen de sus países llevados por la desesperación y se dirigen a estados fronterizos.Estos flujos suponen también verdaderos problemas en los países receptores, dándose la paradoja de que, en ocasiones, países que generan refugiados, los reciben a su vez de otros estados.Así, mientras que refugiados de la República Democrática del Congo (RDC) se dirigen a la vecina Tanzania para huir de los conflictos, la propia RDC es receptora de miles de desplazados de Angola, Sudán y Ruanda.
Exodo rural
En general, los datos sobre migración entre países africanos son fragmentarios, incompletos y, en ocasiones, contradictorios, pero no cabe duda de que los flujos de población dentro del continente son tanto o más grandes que los que se dirigen hacia Europa.
A ello hay que sumar el fenómeno del éxodo rural: miles de personas que emigran dentro de su propio país, marchando desde el interior a las grandes ciudades y a la costa. Este continuo movimiento ha llevado a los expertos a hablar del fenómeno de la inmigración «por sustitución» o por etapas.
Como explica el economista y experto en población Aderanti Adepoju, miembro de la Red para la Investigación Demográfica de la ONU, «los inmigrantes de las zonas rurales dejan sus pueblos para marchar a la ciudad, donde ocupan los puestos de trabajo que dejaron aquellos que han marchado a países vecinos y éstos, a su vez, sustituyen a quienes han decidido emigrar a Europa».Así, en muchos casos, cuando estos inmigrantes llegan a Europa, hace años que salieron de su tierra y han pasado por diversos países de Africa en busca de oportunidades.
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