Más de 24 horas en la calle para solicitar asilo: “Somos personas, no animales”

Mujeres solas, familias y enfermos inmigrantes aguardan días y noches a la intemperie frente a una comisaría de Policía Nacional de Madrid en una larga cola sin reglas. Para optar a una de las limitadas citas diarias, solo disponibles de manera presencial, se ven forzados a dormir en la calle

El País, Fernando Peinado, 14-11-2018

Durmió en la cola toda la madrugada del miércoles y se quedó fuera del cupo, pero en la mañana decía que estaba dispuesta a quedarse todo el día sobre la acera con la esperanza de entrar en el cupo del jueves. Llevan una semana en España y dice que ha pasado la mitad de ese tiempo en la cola. 

El Ministerio del Interior le dijo a este periódico que no tenía conocimiento de la “disfunción” en Aluche. “Vamos a evaluar de qué manera podemos solucionarlo respetando el derecho que tiene toda persona a solicitar asilo”, afirmó una portavoz. La reforma de mayo había coincidido con un fuerte incremento del número de solicitantes de asilo en España, que en el segundo trimestre de este año subió un 85% hasta los 16.200, según datos de Eurostat. En lo que va de año ya son más de 40.000 solicitantes.

Algunos inmigrantes viajan a otras provincias donde no existen cupos diarios, según Salvador Pimentel, un abogado de derechos humanos que trabaja con la organización Liga Española Pro Derechos Humanos. “Ahí sí es más humano pero no la espera a la intemperie sin importar si llueve, nieva o hace sol”, protesta Pimentel.

Otras personas se acercaban al periodista clamando ayuda, desesperadas por salir de un trámite que ha atascado su avance en el país de acogida. “¿No puedes hacer nada?”, preguntaba Susi Vilca una peruana embarazada de ocho meses acompañada de tres pequeños, de 14, 12 y 4 años. En la mañana, tras haber quedado fuera del cupo, los cuatro comían con un tenedor de plástico de una lata de atún con tomate frío.

Otros se mostraban decepcionados con el proceso. “Salgo de la mierda de Venezuela y me encuentro esto aquí”, se lamentaba el joven venezolano José Figueredo, de 24 años, que vino a España tras abandonar sus estudios de periodismo en Caracas a causa del hundimiento en su país.

Se quejan de que hay personas que se cuelan, y otras venden sus puestos por 200 euros, según aseguraban haber presenciado decenas de ellos. No entienden por qué la policía no asigna números a todas las personas de la cola.

Esta madrugada a la una y por primera vez tras días en que la cola nocturna ha crecido, cinco agentes salieron del edificio para entregar 80 números, según los asistentes. El resto, más de un centenar, se quedó en la puerta dispuestos a seguir esperando hasta el día siguiente frente a la comisaría, que también es un Centro de Internamiento de Extranjeros en situación irregular (CIE). 

“Creíamos que España era un país de leyes pero esto es como Venezuela, esperando colas y vendiendo cupos”, se quejaba Ydania Silva. Le acompañaba su esposo Luis García, con quien llegó a España hace cuatro días. Tienen pagado hasta este jueves un hotel en Pinto, pero las últimas dos noches las han pasado en la cola.

Según varios entrevistados en la cola, la policía les ha intimidado, advirtiéndoles que “no están en una situación como para jugársela”.

Realmente muchos inmigrantes no esperan conseguir la aprobación del asilo, que solo obtienen uno de cada tres solicitantes, lo que ha sido denunciado por las organizaciones de derechos humanos. Pero el beneficio de tener la solicitud reside en que protege de la deportación y otorga derecho de trabajo temporal, indica Pimentel. 

El proceso de asilo es largo y consta de dos pasos, uno segundo en el que reciben la “tarjeta roja”, con la identificación del solicitante, y un tercero, en el que obtienen la autorización de trabajo para el que sí se puede solicitar una cita online. El plazo de espera para completar este proceso supera ya el año, según los abogados de inmigración consultados.

El aumento de las solicitudes de asilo se produce por un repunte de la llegada de inmigrantes que ha puesto al límite los servicios de acogida del Ayuntamiento de Madrid, según fuentes que trabajan en el sector de apoyo a los sin techo. Una ambulancia del Samur Social recogió anoche a una mujer con dos niños para llevarlos a uno de los albergues del Ayuntamiento pero delante había otras familias con niños, incluso unos padres con un bebé en su carrito.

“Esto es una vergüenza”, decía de madrugada Christian Sanguino, de Venezuela. “El Ministerio no no debería tener a la gente acá pasando frío y convertidos en blanco de cualquiera”.

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