Tiranos y demagogos
ABC, 06-05-2006
JUAN PEDRO QUIÑONERO
Las amenazas, chantajes, excesos y programas políticos, racistas, xenófobos, anti semitas, ultra nacionalistas, incluso neo nazis, de los líderes y partidos de la extrema derecha alemana (Gerhard Frey, DVU, Udo Voigt, NPD), francesa (Jean – Marie Le Pen, FN), austríaca (Jörg Haider, FPÖ) e inglesa (Nick Griffin, BNP), entre otras familias extremistas españolas, italianas, belgas, etc., han sido sancionadas por los electores, la prensa libre, la Policía, incluso los tribunales de Justicia.
Cuando alguna de esas peligrosas familias políticas ha alcanzado resultados electorales que la opinión pública consideró amenazantes, los Estados y la movilización popular reaccionaron con urgencia cívica. En 1999, el FPÖ consiguió el 27 por ciento de los votos nacionales y se convirtió en la segunda fuerza política de Austria, que la UE puso inmediatamente en cuarentena. En 2002, Le Pen eliminó en la primera vuelta de las presidenciales al candidato socialista. Como reacción, los electores de izquierda y derecha votaron por el conservador Chirac.
Europa quizá camine hacia su ocaso o eclipse histórico, convertida, para los «tigres» asiáticos, en una suerte de Venecia que es agradable visitar, recordando su gloria ida. Pero los europeos, ciudadanos, medios de comunicación, instituciones, Estados, reaccionan con relativa energía cuando grupúsculos extremistas alcanzan posiciones que pudieran considerarse peligrosas. Más allá de sus fronteras, el sufrimiento, pobreza y opresión que sufren los pueblos africanos, asiáticos o americanos no son preocupaciones diplomáticas esenciales para la Unión, que, ante tales cuestiones, oscila entre la indiferencia, la hipocresía y el cinismo de Estado.
En el caso español, el cinismo y la hipocresía se agravan con alegre irresponsabilidad. Sería impensable que un primer ministro español se fotografiase abrazando a Jean – Marie Le Pen, culpable de indeseables afirmaciones xenófobas, condenadas por los tribunales de justicia. Sin embargo, Le Pen no siempre llega tan lejos como Hugo Chávez en sus afirmaciones antisemitas. La oferta pública de compra de una gran empresa española, con dinero alemán, cumpliendo todos los bizantinos requisitos de la legislación europea, suscita una enérgica reacción gubernamental en Madrid, con decisiones excepcionales, violando la legislación europea – a juicio de la Comisión – ; con una rapidez y determinación que el Gobierno español no tiene cuando el Ejército de un Estado ¿amigo? toma por la fuerza armada las instalaciones de una empresa española, en Bolivia. La concesión de derechos jurídicos especiales a los simios quizá ponga de manifiesto una gran sensibilidad moral: que no siempre tenemos ante la violación policial de los derechos humanos más elementales de los periodistas y los homosexuales cubanos.
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