Análisis
Ahora Brasil
Bolsonaro se suma a una lista de presidentes electos que desde Filipinas a EEUU pasando por países de la UE no aprecian en la democracia mucho más que un trámite para alcanzar el poder
El Periodico, , 29-10-2018Otro más. La ultraderecha parece haber descubierto una chistera infinita de la que van saliendo nuevos dirigentes frente al asombro mundial. Un avance espectacular. El último, Jair Bolsonaro, se ha llevado holgadamente las elecciones en Brasil y se suma a una lista de presidentes electos que desde Filipinas a EEUU pasando por países de la Unión Europea, no aprecian en la democracia mucho más que un trámite para alcanzar el poder. A pesar de que el margen en los sondeos se fue reduciendo durante la campaña, la esperanza de evitar a un nuevo ultra en el catálogo de los gobiernos del mundo se ha desvanecido y Bolsonaro, entra con todas sus armas para gobernar Brasil con mano de hierro.
Los paralelismos van a ser inevitables porque la ultraderecha mundial tiene similitudes. Pero hay diferencias entre Bolsonaro y los líderes europeos del ‘brexit’, o de los gobiernos ultra en Austria e Italia. Todos ellos han tocado poder apelando a la amenaza que supone la inmigración para la cultura y la identidad de una clase media blanca, que ha perdido poder económico con la globalización. En Brasil la inmigración no es un problema, al menos no tanto como para que un discurso demagógico bien armado pueda dar la victoria a un candidato ultra. El voto de protesta de la clase media allí, se produce como consecuencia de una corrupción que ha dejado en evidencia a toda la clase política, mientras la crisis hacía estragos.
Signos de identidad
Corrupción y la violencia son los signos de identidad con los que Bolsonaro ha cautivado a millones de brasileños. En este sentido el nuevo presidente se parece mucho mas al de Filipinas, Rodrigo Duterte, que a los ultras europeos o a Donald Trump. Como su colega filipino, Bolsonaro confía que la mejor justicia frente a la violencia es la que se toma por su mano y para eso platea liberalizar las armas y recuperar algunas prácticas de los gobiernos autoritarios que dirigieron Brasil durante dos décadas hasta mediados de los 80, cuando empezó esta incipiente democracia a la que ahora le espera un viaje incierto. Pero lo más inquietante de este militar retirado es que llega al poder envuelto de una violencia verbal y simbólica insoportable, criminalizando a los principales activistas de la sociedad civil, desde los defensores del medioambiente y la Amazonía, a los movimientos feministas, o la defensa de los homosexuales.
No es nada nuevo. Su visión del mundo solo diferencia entre partidarios y el resto, donde están todos sus rivales políticos a los que considera enemigos del estado que hay que eliminar. Uno más en una lista cada vez más amplia, que abarca desde la Venezuela de Maduro a islamistas como Erdogan en Turquía, o fascistas como Duterte en Filipinas. No sabemos a cual se parecerá mas, pero los sondeos no se han equivocado y el resultado es inquietante. Con el liderazgo de la primera potencia mundial en manos de otro populista, la amenaza a la democracia global avanza. Ahora es Brasil. Pero a pesar de la distancia, no estamos tan lejos.
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