JÓVENES MAGREBÍES, LOS NUEVOS SIN TECHO
Jóvenes sin techo: “No dormimos, mira mis ojos. La calle es muy mala”
Tres argelinos de entre 16 y 24 años, que corresponden al nuevo perfil de personas sin hogar en Bilbao, explican cuál es la situación en la que viven
Deia, , 25-10-2018MEGGAR Ouali señala las manchas amoratadas de sus párpados para atestiguar las noches en vela. “No dormimos, mira mis ojos”, expone este joven argelino de 21 años en un castellano tan precario como su modus vivendi. Junto con otros compatriotas, pernocta en la plaza Corazón de María, donde pasa el resto del día custodiando los bancos que hacen las veces de somier en su gran domicilio al aire libre en el barrio de San Francisco. “La calle es muy mala, pasamos frío. Y cuando sale el sol ya no hay nada que hacer”, revela este joven cuyo perfil coincide con el 44,7% de las personas sin techo que cada día duermen en Bilbao: hombres magrebíes sanos de 18 a 28 años.
Llegado hace año y tres meses a la villa desde Murcia, donde recaló ya siendo mayor de edad procedente de su país natal, Meggar hace de traductor para los jóvenes paisanos con los que comparte banco. Asegura que uno de ellos es menor de edad. “De verdad. No como yo, que en Murcia mentí para poder entrar a un centro”, reconoce. Al preguntar su nombre, el adolescente de 16 años extrae del bolsillo una denuncia policial, en la que se le imputa un robo con violencia y señala las letras transcritas por un agente. Beldjilali Wayl, que no sabe ni leer ni escribir, chapurrea el castellano lo suficiente como para hacer gala de tener calle. “Le suelo decir que vaya a un centro, pero no me hace caso”, dice Meggar en referencia a los organismos en los que la Diputación Foral de Bizkaia se hace cargo de los menores de edad.
“Si hay trabajo me gustaría trabajar, pero no hay para nosotros”, considera Meggar, quien tampoco oculta sus tendencias delictivas y afirma tener dos causas pendientes con la Justicia “por hurtos, no robos”, puntualiza. ¿Por qué eligieron Bilbao? ¿Pensaron que aquí había más oportunidad para mejorar su futuro? Mientras el joven de 21 años se encoge de hombros, Beldjilali señala que su abuelo vivió en Barakaldo. Junto a ellos, Amin Zaiani, de 24 años, apenas abre la boca. “Quiero arreglar mis papeles, pero sin pasaporte no puedo”, explica este joven en árabe con palabras que Meggar traduce. Hace “una semana y tres días” que llegó de Argelia cada día en la calle cuenta, pero su mirada demuestra que han sido suficientes para que las expectativas con las que llegó se evaporen. Antes de despedirse, Beldjilali pide 5 euros “para comer” y en un alarde de destreza, con pitorreo incluido, consigue sustraer el teléfono móvil del fotógrafo que los inmortaliza de espaldas para después devolvérselo.
El estudio para conocer cuál es la realidad social de las personas sin hogar en la villa, promovido por el Ayuntamiento y elaborado por la UPV/EHU junto con el Observatorio Vasco de la Inmigración (Ikuspegi) acredita que el nuevo perfil de Jóvenes Extranjeros No Acompañados (JENA) es el mayoritario. Según señaló ayer Iraide Fernández, una de las investigadoras que ha llevado a cabo el estudio, entre las personas atendidas por primera vez en 2017 por el Servicio Municipal de Urgencias Sociales (SMUS), el 44,7% procede del Magreb y el 20,5%, de la África subsahariana. En ambos casos se trata de menores de 28 años que han llegado al territorio una vez siendo mayores de edad o se han visto en una situación de sinhogarismo tras cumplir la mayoría de edad que impide que la Diputación Foral de Bizkaia, encargada de tutelar a los Menores Extranjeros No Acompañados (MENA), se siga haciendo cargo de ellos.
En palabras de Fernández, el 78% de las personas que dejan el Magreb lo hace porque no tiene un futuro laboral, mientras que ese porcentaje se reduce al 30,5% en el caso de los subsaharianos, que en un 27,2% dejan sus países porque existía una situación de guerra. En cuanto a los motivos para elegir Bilbao, el 55% alega que se lo recomendaron y solo un 11,8% afirma estar de paso. “El éxito se magnifica cuando uno emigra”, puntualizó la investigadora sobre los JENA entre los que solo un 29% continua un itinerario formativo. Por otra parte, expuso que el 60% duerme habitualmente en la calle, frente a un 26% que lo hace en un piso o en una pensión y un 12%, en un albergue.
La mayoría de ellos ambiciona continuar con sus estudios, alquilar un piso o una habitación, conseguir un trabajo o formar una familia. Sin embargo, Fernández expone que “las expectativas al llegar son muy altas y se produce un choque frontal con la realidad”, lo que supone “um desajuste”. Mientras algunos llegan por los cauces legales, otros vienen a través de organizaciones ilegales que planean el viaje. Asimismo, indicó que a su llegada “una minoría no se adapta” y entra en problemas de “delincuencia y consumo”. Por ello, reveló que el “aprendizaje del idioma es fundamental” para estos jóvenes, muchos de los que “no han terminado sus estudios en sus países”.
La investigación de este fenómeno, que sigue las mismas pautas en otras ciudades del Estado como Barcelona, Madrid o A Coruña, ha permitido detectar “una ruptura entre los recursos que se ofrecen y el número de personas sin hogar”, según Gorka Moreno, director de Ikuspegi. En ese sentido, detalló que en la actualidad existe un “aumento marcado en la llegada de MENA y de JENA, con unos recursos que cubren menos”. De esa forma, evidenció que “si el número de MENA aumenta y cuando cumplen 18 años los recursos existentes para su emancipación son menores, hay un número de personas, los JENA, que no acceden a los programas de emancipación y terminan teniendo que recurrir a los recursos para las personas sin hogar”, además de lo cual “no existe un protocolo de salida de MENA a JENA”.
Ante esta situación, que no está relacionada con el periodo de recesión sino con los flujos migratorios, el director de Ikuspegi señaló que es necesaria una reflexión para “optar por recursos con un carácter más flexible y que se puedan adaptar a las circunstancias”. Asimismo, abogó por la formación como elemento al que asirse en su incorporación social y por la coordinación interinstitucional.
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