Las mafias explotan las lagunas de la diplomacia española
La Voz de Galicia, 04-05-2006Parar un barco negrero una vez que alcanza aguas españolas es casi imposible. De ahí la importancia de los esfuerzos diplomáticos en los países de paso de los convoyes mafiosos en África Subsahariana.
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1 Costa de Marfil.
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La guerra que divide el país desde el 2002 convierte sus 515 kilómetros de costa y, principalmente, el puerto de la capital, Abidján, en una zona de difícil control, ideal para fondear los barcos negreros a la espera de reclutar pasaje. Además, pese al caos reinante en la dársena es posible aprovisionarse del combustible y los víveres necesarios para la travesía. Allí se retocan también los buques ya fichados por la policía española (nombre, color e incluso bandera) para evitar que sean detectados.
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España tiene embajada en Costa de Marfil, pero su poder es muy limitado. Las relaciones diplomáticas son débiles y los esfuerzos policiales para frenar la salida de barcos negreros llegan a través de los oficiales de enlace en Senegal y Ghana, con limitaciones sobre el terreno. Francia ejerce un intenso control (con fuerte presencia militar) sobre su ex colonia pero se declara incapacitada para las operaciones contra la inmigración ilegal.
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2 Liberia y Sierra Leona.
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Pese a su reciente pacificación, la situación en ambos países es de gran inestabilidad. Los escasos controles en sus puertos los hace ideales para dar refugio a los sin papeles, a la espera de su viaje hacia España.
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Madrid no tiene delegaciones diplomáticas en ninguno de los dos territorios. Los intentos de implicarlos en la lucha contra la tráfico de personas chocan con la falta de recursos. No hay patrulleras que posibiliten el control marítimo ni acuerdos vigentes en materia de inmigración.
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3 República de Guinea. El país está en una situación precaria, con un sistema político débil lastrado por la mala salud del presidente y los constantes rumores de un posible golpe militar. Los barcos basura atracan frecuentemente en las pequeñas islas frente a la capital, Conakry. Hay grupos mafiosos que operan abiertamente en el interior del país y que reclutan pasajeros de las vecinas Mali (sin salida al mar) y Senegal. Apenas ha firmado acuerdos de repatriación, por lo que quienes consiguen alcanzar su territorio esperan impunemente una oportunidad para embarcarse hacia Europa.
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España sólo tiene en Conakry un viceconsul honorario (no presencial) que apenas se ocupa de asuntos comerciales. Pese a la importancia estratégica de este enclave en la lucha contra el tráfico de personas, las relaciones diplomáticas son inexistentes, en el mejor de los casos. Los últimos intentos de acercamiento acabaron en rotundo fracaso. Las pocas operaciones policiales que se han desarrollado allí – permitieron, por ejemplo, obtener información del último barco negrero que partió rumbo a Canarias – se realizaron de forma encubierta, por cauces ajenos a la diplomacia.
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La policía dispone de algunas patrulleras, pero apenas cuenta con sistemas de detección, por lo que, aunque la policía española informe de la presencia de barcos con sin papeles, identificarlos es prácticamente imposible. En los únicos precedentes de operaciones exitosas, el Ejecutivo español se limitó a correr con el gasto de combustible.
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4 Guinea Bissau. La antigua colonia portuguesa carece de cualquier recurso para enfrentarse a las mafias. Se trata del sexto país más pobre del mundo y, como en el caso de su vecino, padece de una preocupante inestabilidad política de la que se sirven no sólo los traficantes de personas, sino también los cárteles sudamericanos de la droga, que han incluido Bissau en su ruta de puertos seguros como primer paso hacia Europa desde el otro lado del Atlántico.
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El peso de las relaciones diplomáticas lo soporta la embajada en Senegal, aunque hay un cónsul (de origen libanés) en la zona. España está interesada en formar a la policía del país y dotarla de recursos que hagan útil su colaboración.
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5 Senegal. Es el mejor preparado de los países del África subsahariana para combatir la inmigración ilegal. La situación política es estable y goza de un desarrollo económico muy superior al de sus vecinos (su renta per cápita dobla a la de Bissau, principalmente gracias al turismo). Los senegaleses que salen en masa hacia Europa buscan transporte en puertos como Conakry o Nuadibú ya que, de momento, los barcos negreros evitan Dakar.
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La colaboración con España es razonablemente buena y hay un oficial de enlace de la policía nacional española cuyo trabajo se ha revelado como notablemente eficaz, no sólo en Senegal, sino también en aquellos países, como Bissau o Cabo Verde, donde se han incentivado las operaciones conjuntas, mediante la oferta de cursos para agentes dedicados al control de fronteras o la aportación de recursos materiales.
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6 Cabo Verde. Las islas son un punto estratégico en la lucha contra la inmigración, por su condición de zona de paso casi obligada.
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La predisposición del gobierno caboverdiano para colaborar es total, pero las buenas intenciones chocan con la falta de recursos, ya que el país ni siquiera dispone de patrulleras en condiciones para el control de sus aguas.
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7 Mauritania. Las informaciones que colocaban al puerto mauritano de Nuadibú como punto de partida de los cayucos que por decenas alcanzaron Canarias en los últimos meses llevaron a Madrid a firmar tratados con Nuakchot para frenar las salidas.
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España proporcionó patrulleras y dinero para combatir a las mafias y se alcanzaron acuerdos de repatriación. Sin embargo, un mes después de la firma de estos convenios, Mauritania ha cedido a las presiones de otros países del África subsahariana que acusaban de traidor al gobierno de Nuakchot y ha rechazado las repatriaciones masivas. A los primeros 130 inmigrantes devueltos tras el acuerdo, sólo se han sumado otros setenta.
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