Oñati acoge a los primeros demandantes de asilo entonando ‘Txoria Txori’
Un total 42 jóvenes de origen subsahariano estrenan el primer centro de atención de Euskadi a solicitantes de protección internacional Los vecinos tributaron un sentido homenaje el domingo por la noche a sus nuevos vecinos, refugiados que huyen de conflictos bélicos
Diario de noticias de Gipuzkoa, , 16-10-2018DONOSTIA- Una de las composiciones vascas más universal, Txoria txori, se convirtió el domingo por la noche en Oñati en un canto al respeto, a la diversidad y a la convivencia. A Joxean Artze, autor del poema, y a Mikel Laboa, que inmortalizó la canción, les habría emocionado ver a los 200 oñatiarras que se sumaron a la propuesta de uno de los 37 subsaharianos que fueron recibidos en la localidad. Todo ocurrió de una manera muy espontánea. Las autoridades no querían hacer ningún llamamiento a los medios. Lo más importante eran ellos, los subsaharianos que, huyendo de conflictos armados que les han obligado a demandar asilo han llegado a Euskadi en busca de ayuda.
Ayer lo hicieron otros cinco refugiados más. En total, 42 varones que durante los próximos meses van convertirse en vecinos de una de las villas más monumentales de Gipuzkoa. Un municipio euskaltzale que no está acostumbrado a visitas que alteren el día a día, por lo que ha sido preciso hacer un trabajo previo, como la sesión informativa que tuvo lugar hace unas semanas en el salón de Plenos, donde se explicaron a los vecinos las nuevas coordenadas de convivencia en las que tendrá que manejarse el municipio.
Ya se había anunciado que estaba a punto de estrenarse el centro de acogida pionero en Euskadi. Y las puertas de este recurso en el barrio de San Lorenzo se abrieron finalmente el domingo por la noche. El paisanaje comenzó a cambiar ayer mismo. Los vecinos pudieron ver cómo paseaban en grupo o jugaban al parchís algunos de estos chicos. Todos están poniendo de su mano “para aunar sentimientos”. Quizá por ello adquirió tanto simbolismo durante la bienvenida que uno de los refugiados entonara, en feliz comunicación junto al resto de vecinos, la inolvidable canción. El chico, según se podía apreciar en un vídeo que ayer por la tarde ya había sido visualizado casi en 4.000 ocasiones, seguía con su mano derecha el ritmo, mientras sus compañeros asistían al acto con los brazos cruzados.
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AURRESKUTodos ellos han sido atendidos hasta ahora por la red de acogida ciudadana de Bilbao. Hacia las 19.30 horas del domingo llegaron en autobús a Oñati, y fueron recibidos con todos los honores, al son del aurresku en el que intervinieron vecinos y vecinas del pueblo, ofreciendo una imagen que en nada se parece al contexto tan hostil que lastra la vida de tantos inmigrantes en otras ciudades del Estado y europeas.
El centro lo gestiona CEAR Euskadi, que es quien va a trabajar en el albergue, en un dispositivo de acogida promovido por la Secretaria General de Derechos Humanos del Gobierno Vasco, en colaboración con el Ayuntamiento de Oñati, la Diputación y las redes locales de acogida. Representantes de estas instituciones acudieron al acto en el que fueron tributando la bienvenida a varones procedentes de países como Mali, Guinea, Camerún y Costa de Marfil.
Han sido meses de trabajo para poder abrir por fin las puertas del centro. Todavía hay muchos remates por hacer. No está instalado, por ejemplo, el cableado de Internet ni la televisión, pero todo se irá normalizando con paciencia, poco a poco, marcando un itinerario para cada uno de los usuarios en función de sus propias necesidades.
El alcalde del municipio de acogida, Mikel Biain, cree que el trabajo a partir de ahora consiste en convivir con la mayor normalidad. Así lo quiso hacer desde un principio, sin ningún plan de recibimiento previsto ante el temor de que pudiera resultar “un tanto extraño” para personas con referencias culturales tan dispares.
Pero ese temor convivía también con la ilusión de colectivos como Hotz Oñati, que trabaja para paliar las injustas situaciones que viven tantos refugiados. Sus integrantes, según explicaba ayer a este periódico Biain, fueron quienes propusieron ofrecerles el aurresku de honor. “Podía haber resultado algo extraño, pero todo surgió de manera espontánea y finalmente salió muy bien”, confesó.
Suyas fueron las primeras palabras en francés dirigidas al grupo, ya que la mayor parte de los solicitantes de asilo proceden de países francófonos. Luego prosiguió su bienvenida en euskera, que siguieron con la ayuda de un traductor. Les explicó que habían llegado a un municipio que utiliza una lengua propia, que tiene sus referencias culturales pero que se abre a la convivencia, y aprovechó el contexto para ensalzar la labor de entidades como CEAR, asociaciones de vecinos y gaztetxes que “llegan a cubrir a pie de calle una labor que no realizan las instituciones”.
Tras la intervención de uno de los subsaharianos agradeciendo la bienvenida, llegó el turno del joven que propuso cantar Txoria Txori. Y al grito de “tous ensemble” (todos juntos en francés), comenzaron a hacerlo.
Un buen comienzo para un centro de acogida cuya eficacia final la medirá el transcurso del tiempo. Este nuevo dispositivo cuenta con una capacidad de 100 plazas que, según las necesidades, se irán cubriendo de forma paulatina. “Su objetivo principal es dar solución a la situación de personas que solicitan asilo y que todavía no han podido acceder al Sistema Estatal de Acogida”, explica Patricia Bárcena, directora de CEAR Euskadi.
El tiempo de estancia en el centro será de tres meses, aunque en función de las necesidades y el grado de vulnerabilidad puede verse reducido o ampliado. “Hemos establecido ese espacio temporal porque es el que se está tardando ahora en asignar una plaza en el sistema estatal”, cuenta la directora de CEAR.
ALOJAMIENTO Y ORIENTACIÓNEl Estado es el que reconoce la condición de refugiado a toda aquella persona que tenga un temor fundado a ser perseguida en su país por motivos de raza, religión nacionalidad, opiniones políticas, cuestiones de género u orientación sexual. También a las personas apátridas. Todas ellas tienen cabida en este nuevo recurso que les facilita alojamiento y orientación a la espera de aclarar su situación. “Lo primero es que se asienten en el municipio, y que se sientan como en casa. Comenzaremos poco a poco. Con actividades de ocio y tiempo libre, en las que podrán recibir clases de castellano o euskera en función del perfil y la facilidad para aprender idiomas de cada uno de ellos”. Entre los recién llegados puede haber situaciones de lo más variadas, desde analfabetos a universitarios.
CEAR Euskadi ha ideado un modelo de atención en el que lo principal es la “recuperación de cada uno de ellos, pero con una formación y un itinerario personal”, de manera que vayan dejando atrás las secuelas psicológicas que arrastran. Todo ha comenzado con normalidad. Jugando al parchís, dando un paseo. “Siendo el primer día no les hemos querido atosigar, pero a partir de ahora tendrán que participar de las tareas ordinarias de cualquier casa, organizando las habitaciones y siguiendo unas normas de convivencia”.
Esta iniciativa liderada por el Gobierno Vasco da respuesta a una situación de desamparo que nace para cubrir las “fallas” del Estado, puesto que ha quedado patente que no se está dando una respuesta integral a unas personas que corren riesgo de ver alterado su itinerario. Por eso, según entiende Bárcena, es importante normalizar sus vidas al máximo. “La verdad es que no contábamos con que se les brindara un recibimiento, pero acabó siendo fantástico. A partir de ahora nos toca a todos volver a la normalidad. Ellos tienen que asumir que el proceso no va a ser fácil, que vienen de un contexto plagado de obstáculos. Algunos vecinos también, quizá, tendrán que aplacar ciertos temores que no tienen por qué existir. A partir de ahora tenemos que equilibrar poco a poco sentimientos entre todos”, concluye.
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