Elaborado por Nicolas Sarkozy, el proyecto de ley sobre la inmigración, que la Asamblea Nacional comienza a examinar el martes 2 de mayo, plantea numerosas preguntas. Una de ellas está formulada en los siguientes términos: ¿Es urgente que los diputados legislen por segunda vez sobre la misma cuestión, mientras que todos los decretos de la ley precedente, del año 2003, no han sido aún abordados? Las medidas precipitadas y controvertidas que adopta Nicolas Sarkozy son contestadas por amplios sectores de la sociedad francesa. Con razón, los principales responsables de las Iglesias francesas están inquietos de que la reforma pueda ser, en primer lugar, perjudicial para las poblaciones inmigrada que son las más frágiles. En cierto modo, detrás de un empleo basura,Francia convierte a la inmigración en basura.Las nuevas restricciones contempladas relativas al reagrupamiento familiar son también muy discutibles.
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En el mundo entero, la inmigración genera un vasto debate. Se ve en los Estados Unidos con la gigantesca jornada de protesta de los inmigrantes ilegales hispanos, que tuvo lugar el 1 de mayo. Se ve otro tanto en Europa, con las controversias que suscita en este aspecto la ampliación a los antiguos países del Este europeo. Por lo menos todo ello debe hacer reflexionar a Sarkozy para no quemar etapas.
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