La masiva movilización de los inmigrantes en Estados Unidos a favor de una reforma que regularice a los sin papeles – casi 12 millones de personas – ha echado definitivamente la pelota al tejado de los políticos. Pero nada indica que la presión de la calle haya ayudado, de momento, a facilitar el consenso, sobre todo entre los republicanos, ya que muchos tienen la mirada puesta en las repercusiones que el asunto pueda tener en las elecciones legislativas de noviembre.
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“La ley está en el limbo”, reconocieron ayer a este diario fuentes del Senado. Existe el temor de que un sector republicano realice maniobras dilatorias, como la presentación de un alud de enmiendas cuando se presente un proyecto definitivo, para hacer inviable que se dé luz verde a la reforma antes de los comicios de otoño, en los que se renovará la totalidad de los 435 escaños de la Cámara de Representantes y un tercio de los 100 senadores.
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No está claro si el éxito numérico de las protestas sirve de acicate o de freno. El congresista republicano Tom Tancredo, una de las voces más duras contra la inmigración ilegal, dijo que las manifestaciones le han hecho “feliz” porque son un boomerang contra quienes favorecen una amnistía. En efecto, los sectores políticos y mediáticos más reacios a hacer concesiones consideran que las marchas y los boicots son intimidatorios y alimentan el temor ciudadano. Hechos anecdóticos como la grabación del himno nacional en español – iniciativa que el propio Bush rechazó – reafirman esa angustia blanca y anglo a perder la identidad.
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Medios liberales como The New York Times o Los Angeles Times tomaron partido sin ambages por la reclamación de los manifestantes. El diario californiano destacó en su editorial el carácter pacífico y festivo de las marchas, que han puesto “rostro humano” a “palabras deshumanizadoras” como “ilegal” o “extranjero”. Los manifestantes han demostrado que sólo pretenden ser estadounidenses, “un mensaje que resuena desde hace 230 años (desde la fundación del país)”.
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El balance del Día sin inmigrantes celebrado el lunes fue desigual y complejo. Más de un millón se manifestó en la calle en las principales ciudades – según un recuento nada generoso – , pero es imposible saber cuántos más se sumaron al boicot comercial, a la no asistencia a clase en las escuelas y a actos muy diversos en iglesias y centros comunitarios en múltiples ciudades pequeñas y medianas. Las pérdidas económicas de la huelga sólo en el condado de Los Ángeles, donde casi se paralizaron los dos puertos de la región, podrían alcanzar los 200 millones de dólares. La huelga también afectó a la actividad agrícola de California. Tyson Foods, el mayor productor mundial de carne, cerró cinco de sus nueve plantas de procesamiento de carne de vacuno. McDonald´s hubo de operar con plantillas reducidas en muchos de sus 14.000 restaurantes.
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