Cientos de asiáticos esperan para entrar a España en barcos negreros

La Voz de Galicia, 02-05-2006

España echó el cerrojo al Estrecho con el sistema de vigilancia SIVE, y las pateras se desplazaron en masa hacia Fuerteventura. El Gobierno reaccionó y firmó acuerdos con Marruecos: la ruta en bote entre El Aaiún y Canarias quedaba clausurada. Poco tardaron las mafias en responder. Las pequeñas pateras se convirtieron en cayucos – más grandes y preparados para llegar a islas remotas – y el punto de partida se trasladó a Nuadibú.

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El archipiélago se encontró pronto saturado de inmigrantes ilegales y se multiplicaron los muertos en las largas travesías. La vicepresidenta De la Vega anunció entonces un acuerdo con Mauritania para frenar la nueva oleada y muchos lo vieron venir: las mafias encontrarían grandes barcos para salir de puertos aún más lejanos.

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A principios de abril, un avión de Defensa detectaba un buque negrero a unas 200 millas de Canarias. Desde Madrid se solicitó ayuda a varios países africanos para frenar su avance, pero Mauritania respondió que no tenía información del barco, y tampoco recursos para hacerle frente. Los equipos para el control de la inmigración en África no están a la altura de las estrategias y recursos de los traficantes de personas, y tampoco en la República de Guinea (supuesto puerto de partida del buque), Senegal o Cabo Verde pudieron prestar la ayuda necesaria.

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Finalmente, el barco fue interceptado in extremis , ya frente al archipiélago, y obligado a retroceder. En la operación participaron patrulleras y medios aéreos que siguieron la embarcación para confirmar que abandonaba aguas españolas sin necesidad de abordarla.

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Su carga, estimada en más de doscientos inmigrantes ilegales, fue desembarcada en varios puertos guineanos, Bissáu y Sierra Leona, a la espera de un momento más idóneo para intentar la entrada en España.

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La operación permitió a La Voz de Galicia verificar en la capital guineana la procedencia de los inmigrantes. A pesar de la presencia de una minoría de senegaleses, casi todos los ocupantes del barco eran asiáticos; la mayoría, paquistaníes. El dato deja al descubierto la nueva estrategia de las mafias, que se valen de la fragilidad de los controles para intentar acceder a Europa a través de la frontera española, cubriendo incluso las miles de millas marinas que separan Canarias de las costas de Asia.

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Al menos otros dos barcos, según desvelan fuentes encargadas de la investigación, estarían preparando nuevos intentos de introducir inmigrantes clandestinos. Una de ellas podría ser la que fracasó hace un mes y que podría estar fondeada en aguas de Costa de Marfil junto a parte de su carga humana. Allí se le harían los cambios necesarios para despistar la vigilancia.

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Empleo de la fuerza

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Volver a frenar los barcos en las proximidades de las islas no va a ser fácil, ya que los patrones son conscientes de que, una vez en aguas españolas, la policía no se atreverá a emplear la fuerza, y si consiguen alcanzar tierra no será sencillo proceder a las repatriaciones.

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Madrid no ha logrado hacer efectivos los acuerdos de repatriación con muchos de los países de procedencia de los inmigrantes – hace una semana se daba a conocer un dato contundente: sólo mil de los cinco mil clandestinos que llegaron a Canarias este año han sido devueltos a sus lugares de origen – así que las mafias pueden vender a sus clientes esos números como reclamo.

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Si la estrategia de los grandes barcos negreros prospera se produciría la primera llegada masiva de ciudadanos asiáticos por esta nueva vía, que implica un largo proceso. Paquistaníes, bengalíes e indios (sobre todo los primeros) emprenden en barco y en avión (los menos) su viaje hasta el África subsahariana, donde su entrada no requiere visado. Una vez allí, tratan de enrolarse como tripulación en algún barco, para lo que llegan a comprar su acreditación marítima, o pagan el pasaje – alcanza los mil dólares para esta parte de la travesía – en los mencionados barcos negreros.

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Las travesías hasta España duran varios días y las condiciones del viaje son realmente precarias. Es frecuente la escasez de víveres, y las enfermedades, que llegan a derivar en muertes a bordo.

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