“El arte es otro alimento;para estar completo, el ser humano necesita expresarse”
Este domingo pondrá rumbo a Pikpa, campo de refugiados de Lesbos donde espera compartir sus conocimientos para “transformar el dolor en algo que valga la pena”
Diario de Noticias, , 27-09-2018Aitziber Urtasun (Bilbao, 1973) pasará mes y medio en este peculiar campo autogestionado fundado por mujeres de la isla griega y especializado en atender a personas con diversas vulnerabilidades. Ha reservado sus vacaciones y ha pedido una pequeña excedencia en el trabajo para entregar parte de sí misma a unas personas que “también necesitan la creatividad para sobrevivir”.
¿Por qué ha decidido dar este paso en este momento?
-Cuando se da un paso así es porque algo de tu vida te está pidiendo hacerlo. He desarrollado proyectos de voluntariado en Marruecos y en otros países de África y también lo he hecho siempre en las ciudades en las que he vivido. En Bilbao he trabajado en el ámbito de exclusión social y en inmigración;en Madrid también y en Pamplona intento plantear propuestas desde el museo en el que trabajo y proyectos personales. Sí que es verdad que este año necesitaba hacer un proyecto de campo y salir de la ciudad, que es muy diferente. Y no voy a negar que en un primer momento pensé en África, mi cabeza volvió allí porque he tenido distintas experiencias y es un continente que adoro, pero la realidad me hizo pensar que mi trabajo podía ser más necesario con los refugiados que en África, donde no iba a tener acceso a escenarios en guerra.
¿A qué se refiere?
-En África, ahora mismo mi trabajo, que es el arte, se iba a centrar en zonas que están carentes de productos básicos, pero que tienen un nivel de felicidad relativamente bueno, que están serenos. Y era casi más ir a alimentar mis necesidades sentimentales que a ayudar. Al final, Lesbos es algo que nos lleva entrando informativamente por los ojos desde hace mucho tiempo y si tenemos algo de sensibilidad, nos sigue doliendo. También ha coincidido que este año he conocido a personas que han ido y yo creo mucho en los mensajes cruzados. De pronto, que un artículo que lees se cruce con una llamada que te cuenta algo sobre eso, o que te cruces por la calle con alguien al que hace tiempo que no ves y te comenta algo al respecto… Ocurrieron esos mensajes cruzados y pensé que Lesbos me estaba diciendo que tenía que ir.
¿Y por qué eligió ir al campamento Pikpa (Lesvos Solidarity) de la isla?
-Cuando empecé a investigar sobre qué podía hacer allí, me hablaron de Pikpa. Es un escenario muy atípico dentro de los campos de refugiados, y no solo de Grecia sino de todo el mundo. Es un campo muy pequeño que fundaron unas mujeres de Lesbos, autogestionado y horizontal en el que todo se consulta y todo se decide en asamblea. Así que me parecía un lugar donde se te puede escuchar, pero es que, además, Pikpa tiene en sus bases la creatividad como una herramienta que puede ayudar muy positivamente a la gente que está allí.
No es lo común.
-No, lo habitual es que pensemos que el inmigrante o la inmigrante que llega a Europa necesita cubrir unas necesidades básicas, que son el alimento, la sanidad, la seguridad o el techo, y que luego hay otra serie de cosas que son decorativas. Y creo que hay mucha gente que no se da cuenta de que, para estar completo, el ser humano necesita expresarse;expresar sus emociones, sus ideas, sus miedos… Y una de las mejores formas de canalizar o de activar la expresión es el arte. Cuando tú pones en marcha un proceso artístico, permites a la persona que se exprese y eso ayuda a mejorar su autoestima, su situación de verdadero miedo hacia sus vivencias, hacia el futuro… Es un alimento más, pero se tiene muy pocas veces en cuenta. Siempre pongo el mismo ejemplo: cuando hablamos de niños, tenemos muy claro que hay que alimentarles, tenerles seguros y arroparles para que no se enfríen. Pero también tiene que jugar. Nadie pone en duda que un niño necesita jugar para sobrevivir;y los adultos también necesitamos expresarnos a través de la creatividad. Por eso supe que Pikpa era el lugar.
¿Qué tipo de proyecto o de actividades va a desarrollar allí?
-Voy con un planteamiento muy humilde. El objetivo es poner en valor lo que sé hacer, que es trabajar desde el arte para activar esos procesos emocionales. No pretendo hacer algo que no haya hecho hasta ahora. Hablando con los responsables del campo, me comentaron que tienen grupos de personas muy diversas. Además de asumir la autogestión y la creatividad como una necesidad, Pikpa también tiene otra peculiaridad, y es que asume personas con alta vulnerabilidad.
¿Eso también le distingue de Moria?
-Sí. Moria es un campo inmenso que tiene una capacidad, o debería, para unas 1.000 personas, aunque en la actualidad lo habitual es que supere las 3.000. En un campo de refugiados, cualquier persona especialmente vulnerable triplica su incapacidad para sobrevivir. Pikpa empezó, poco a poco, a asumir a ese tipo de personas;desde mujeres solas con niños;mujeres con niños que tienen algún tipo de discapacidad;homosexuales que han huido de sus países por ese motivo y lo que llamamos MENAS (Menores Extranjeros No Acompañados). Al principio decidimos que quizá podría trabajar con mujeres, pero al final creo que gran parte de mi trabajo se centrará en estos adolescentes. Si la adolescencia ya es compleja en una buena situación, imaginemos lo que es allí. De todos modos, cuando llegue concretaremos más. De momento sí me he comprometido a realizar una actividad por la mañana y otra por la tarde, pero habrá que ver.
Tendrá que adaptarse.
-Claro. Al hecho de que esas personas están en un riesgo de vulnerabilidad alto, que traen a sus espaldas historias muy complejas y que no tienen ninguna sensación de futuro, se añade que hay muchas nacionalidades, religiones e idiomas diferentes. Y eso hace muy difícil el trabajo.
Ya lo ha apuntado, el trabajo con adolescentes no tiene nada que ver con el que se realiza con niños.
-Es completamente diferente. Los adolescentes tienen un grado de sensibilidad muy potenciado, pero a la vez llevan una coraza para protegerse y para no mostrar esos sentimiento. Y cuando tú desarrollas un proyecto artístico estás a favor de la expresión, así que hay estar tirando de ellos continuamente para que saquen lo que tienen dentro. Son complicados, pero el momento en el que les enganchas es muy bonito. Para eso hay que tener mucho equilibrio y no tratarles ni como niños ni como adultos ni estar todo el rato echándoles la bronca. Yo también tengo experiencia con grupos de personas LGTB y me gustaría poder trabajar con ellas allí. Es un escenario muy complejo haber tenido que huir de un país por la orientación sexual.
¿Cuáles son sus expectativas?
-Tengo claro que no voy a cambiar nada. Al final es una opción personal de necesitar ayudar un poco. Dentro de tantas canciones maravillosas que tiene Doctor Deseo hay una que se refiere a cómo transformar el dolor en algo que valga la pena, y ese es el objetivo. Sé que cuando vuelva Lesbos seguirá ahí, los refugiados no van a desaparecer, el escenario es muy complejo que seguramente mutará hacia otro tipo de inmigración. Pero también es verdad que hoy en día existe el hábito de decir ‘como no vamos cambiar nada, pues no hacemos nada’. En esta sociedad hay como dos perfiles: el héroe o la heroína, por ejemplo el bombero que salva a un bebé de una patera, y luego está el que no ayuda porque no cree que nada vaya a cambiar. Pero entre medio estamos todos los demás que podemos entregar un poco de nosotros para hacer que ese dolor se transforme en algo más positivo. El arte tiene la capacidad de generar ilusión en uno mismo y de activar procesos positivos que están muy dormidos cuando estás pasándolo mal. Si a una persona que no siente ni presente ni futuro y que tiene una historia durísima a las espaldas le activas las ganas de hacer algo, de conversar con otros, de empezar a escribir, tendrá muchas más posibilidades de sobrevivir en un escenario muy negativo.
Mucha gente no entenderá qué hace un artista en un campo donde lo que se necesitan son alimentos, ropa, médicos, abogados…
-Y claro que necesitan todo eso, por supuesto, pero también el arte y otras cosas. Puede haber situaciones muy críticas en las que tú no tienes ni el escenario ni un mínimo de tranquilidad para poder activar procesos artísticos, pero, aparte de eso, para poner en marcha un proyecto de arte solo necesitas un espacio y personas. Ni siquiera hace falta el material.
De hecho, trabaja mucho con el cuerpo y con la voz.
-Sí, y es curioso, porque cuando contacté con Pikpa y les expliqué mis metodologías, les insistí en que trabajo mucho con la expresión corporal porque siempre he bailado y he hecho teatro, me dijeron que era muy interesante, pero que quizá tenía que controlar esos aspectos. Es lo que decía antes, allí hay personas de diversos orígenes, religiones… Y si el contacto físico nos aterroriza aquí, allí mucho más. Tienen la piel muy dura porque les han hecho daño, así que habrá que controlar esto, aunque no voy a dejar de intentarlo. Quiero intentar desarrollar metodologías que les puedan servir una vez que yo me vaya. Lo habitual es que se trabaje mucho con la plástica, y está muy bien, pero hay que ir un poco más allá. Lo importante es activar cosas que luego les sirvan en el día a día. No quiero dar lecciones a nadie;de hecho, seguramente las lecciones me las llevaré yo, pero sí quiero posibilitar que cuando me vaya se sigan haciendo cosas en esa línea. Es que a veces me da la sensación de que en estos territorios del voluntariado tenemos muy buena voluntad, pero también cierto egoísmo. Tú vas, haces tu trabajo, lo cierras y luego ya vendrá el siguiente. Y sería mejor generar un trabajo para que el siguiente pueda continuarlo. Si no, si cada mes y medio empiezan algo nuevo, es fácil que las personas que están en el campo se desmotiven. Todas las personas somos sustituibles, pero no la experiencia que activamos.
Ya lo ha dicho, es consciente de las las lecciones que se va a traer.
-Lo sé. Yo gestiono mal mi propio dolor, pero gestiono muy bien el dolor de los demás. Estoy acostumbrada a trabajar en escenarios de dolor desde el arte. Es mi posicionamiento, nunca he tenido el objetivo de ser una artista que genere producto artístico y desde el minuto cero que he trabajado en educación artística ha habido una parte de mí que siempre he destinado a lo social. Estoy en el mundo del arte porque creo firmemente que tiene esa capacidad no tanto sanadora, sino activadora. Sé que esta experiencia me va a marcar, pero no me quiero adelantar. Antes de empezar a hacer ninguna actividad necesito llegar y mirar a los ojos a las personas. Ir con un programa cerrado sería prepotente. En primer lugar tengo que poner un pie en esa isla y sentirla;luego tengo que caminar por ella y después miraré y escucharé a las personas con las que voy a trabajar.
Va a emplear sus vacaciones y un tiempo de excedencia para ir a Lesbos, ¿en verano está muy saturado;hay turismo de voluntariado?
-He preferido ir ahora porque sí que me habían comentado que hay una especie de moda entre los estudiantes universitarios de hacer voluntariado en verano y que los campos acaban llenándose de jóvenes que van con toda su buena voluntad, pero que en ese caso se trata más de cubrir una necesidad personal que de otra cosa. Para mí es importante pensar que cuando uno va allí debe ir con capacidad de aportar algo y de poner en valor tu propio trabajo. De la misma manera que nadie pone en duda que quien atiende desde el punto de vista sanitario a las personas que están en los campos deben ser sanitarios, creo que el resto de ámbitos en los que se tiene que trabajar en un campo deberían estar activados por un voluntariado profesional.
Dentro del mundo del arte también es creadora, pero se ha volcado más en la educación artística, ¿por qué?
-Bueno, yo he dibujado toda la vida, he hecho danza y teatro, y cuando empecé con el tema de la educación artística en Bilbao, los museos que en esos momentos iniciaban proyectos en esa línea echaban mano de artistas. Y no todos los artistas tienen esa capacidad. Yo entré ahí casi por casualidad y me siento cómoda, llevo mal el ámbito de galerías y de hacerte un nombre a través de generar un producto y venderlo. Lo he podido hacer y sigo colaborando con proyectos puramente artísticos. Disfruto mucho la performance, por ejemplo. Soy una persona muy pasional, muy vehemente y me permite canalizar sentimientos. En el fondo, a mí lo que me gusta es contar historias y las cuento a través de la educación artística. Estoy convencida de lo que hago, a partir de ahí las etiquetas no me importan.
las claves
“Hay una canción de Doctor Deseo sobre cómo transformar el dolor en algo que valga la pena;ese es el objetivo”
“Antes de planear ninguna actividad tengo que llegar y mirar a los ojos a las personas con las que voy a trabajar”
“Nadie duda que en los campos debe haber sanitarios y lo mismo debería suceder con el resto de profesionales”
(Puede haber caducado)