Los hispanos reclaman en las calles su parte del «sueño americano»
Cientos de miles de latinos secundan el «Día sin inmigrantes» en EE UU
La Razón, 02-05-2006Nueva York – Piden amnistía, pero algunos ni eso. Algunos sólo piden que
les dejen trabajar en paz. Y todos coinciden en que no son criminales.
Sólo son inmigrantes irregulares, sin papeles. Y son millones,
aproximadamente doce, distribuidos por todo el país, desde el Pacífico al
Atlántico. De ellos, una parte importante viven en Nueva York. Y ayer,
cogidos de la mano, miles de inmigrantes pararon en la Gran Manzana a las
12:16 horas para formar una cadena humana en señal de protesta contra la
reforma migratoria en Estados Unidos, país en el que viven y trabajan de
forma ilegal y donde contribuyen a la marcha de su economía.
Fue su única forma de protestar en contra de la ley de inmigración,
H.R. 4437, aprobada en la Cámara de Representantes un día negro para
ellos, el 16 de diciembre, mes número 12 en el calendario. De ahí, la
parada a dicha hora, que son para ellos los números a partir de los cuales
puede ir a peor su tragedia. Apenas pudieron hacer poco más. Protestaron a
la hora de la comida y por la tarde después de trabajar, aunque a medida
que avanzó el día los inmigrantes se echaron poco a poco a las calles de
las ciudades de Estados Unidos.
A media mañana, las estimaciones
marcaban manifestaciones en 60 ciudades a lo largo del país. Chicago,
Nueva York, Los Ángeles se llenaban de inmigrantes que reclamaban por sus
derechos. Pero en ciudades como la metrópoli neoyorquina pocos cumplieron
el boicot de no ir a trabajar. Sí dejaron de comprar. Pero, no se la
podían jugar. Los jefes y supervisores lo tenían muy claro: no se iba a
parar.
Berni y Toni, dos casos diferentes. En el otro lado, estaban
los inmigrantes. Berni, un mexicano que vino hace 20 años por el Río
Grande a Estados Unidos, no pudo hacer boicot ayer, 1 de mayo. Así,
atendió a los clientes desde primera hora de la mañana en el
establecimiento de comida para llevar en el que trabaja en Manhattan en la
zona de oficinas de «Midtown» como un día cualquiera. «No hemos podido
hacer boicot. Unos querían y otros, no. Entonces, si hay unos que vienen,
pues tenemos que venir todos. Si no, a ver qué dice el patrón», reconoció
a LA RAZÓN. Eso sí, pudieron llegar a un acuerdo. A las 14:00 horas
(20:00, en España) se pueden marchar. Berni tenía preparada su ropa para
la manifestación que iba a tener lugar a las 16:30 (22:30, en España) en
la plaza de Union Square.
Berni, que nunca perdió su sonrisa,
advirtió que «ya tengo mis ropas blancas (como símbolo de que la
manifestación es pacífica) para ir a la protesta». Su sonrisa se torció
cuando se le interrogó por la posibilidad de que se produzca una posible
amnistía. «No sé, no creo que no va a haber, ojalá, esperemos, ¿no?»,
admitió. En cambio, Toni, un joven ecuatoriano, compañero de Berni, que
lleva 8 años en Nueva York, tenía previsto marcharse a su casa a
descansar. «Yo soy residente (tiene sus papeles en regla) porque mi papá
emigró aquí. A mí, ya no me toca. Yo me voy a mi casa a descansar para
mañana. No iré a la manifestación», concluyó.
Fuerza laboral. Los números no ofrecen lugar a dudas. Son casi 12
millones de inmigrantes en situación ilegal en Estados Unidos, donde
representan el cinco por ciento de la fuerza laboral. El país lo necesita.
El presidente de Estados Unidos, George W. Bush, lo sabe, pero sus
presiones no han podido con un Congreso que no se pone de acuerdo para
atajar el problema de la reforma migratoria en la nación.
Estos
trabajadores en situación ilegal representan el 12 por ciento de los
empleados en la construcción y el 10 en la industria del ocio. Los
analistas y expertos en economía se han cansado de repetir que son
necesarios para el país.
Todo empieza cuando deciden cruzar la
frontera por Río Grande. Tienen que pagar a un «coyote» que les ayuda a
pasar de forma clandestina 15.000 dólares por persona. Otros, como Abdiel
González, un panameño de 36 años, piden visado a la embajada de Estados
Unidos para hacer turismo, pero después tiran su billete de avión de
vuelta y se quedan. De ahí, empieza la odisea para encontrar trabajo y
regularizar su situación en Estados Unidos.
Linda, una
dominicana que lleva 15 años en Nueva York, narró a este periódico su
historia. «Vine de visita. Pero, me quedé porque aquí hay oportunidad y
desarrollo. Me casé con un puertorriqueño (los ciudadanos de Puerto Rico
tienen la nacionalidad estadounidense a partir de un acuerdo de
cooperación de ambos países) por los papeles. Le pagué 4.000 pesos
(dólares). Ellos lo tienen más fácil, tú sabes».
Hasta aquí, la historia de Linda es común a la de muchos inmigrantes. Pero,
cuando se casó todavía le quedaba por descubrir algo que le había contado
su marido. «Me la jugó. No me fue fiel. Como tenía miedo de que le
llevasen preso. Se casó con la identidad de un amigo suyo que había
muerto. Pero, me cogió la plata (dinero). Así, siempre he sido la esposa
de un muerto. Pero, ahora me voy a divorciar. Yo no quiero problemas».
Interrogada por la manera de divorciarse de una persona fallecida, Linda
explica a este periódico que «pues por abandono… mi hija. Como no puede
aparecer. Reporto abandono del hogar», matizó. Es entonces cuando se abren
las puertas del país para los inmigrantes. Pueden trabajar de forma legal
y tener acceso a la ansiada ciudadanía estadounidense. Pero, la ley H. R.
4437 bloquearía su camino a esta tierra prometida, ya que se convertiría
en crimen ayudar y prestar trabajo a un inmigrante en situación ilegal.
Analistas, políticos y medios de comunicación estadounidenses convirtieron
la jornada de ayer en el «Día Nacional Sin Inmigrantes» en EE UU, mientras
algunos recordaron que las protestas tratan de intimidar al Gobierno y
puede que sólo logre empeorar la situación de aquellos que secundaron el
paro.
Florida. En Miami, donde se esperaba que las manifestaciones
fueran un poco menos numerosas, el «Gran Paro» se desarrolló igual. Casi
un 70 por ciento del comercio latino cerró sus puertas y un elevado
porcentaje de gente se sumó a los paros, como en casi todos los lugares
previstos. Muchos establecimientos comerciales estuvieron cerrados desde
primera hora de la mañana y miles de trabajadores informales y por cuenta
propia no salieron a las calles. No obstante, las escuelas funcionaron
regularmente y los centros comerciales abrieron, así como las oficinas
públicas del Condado y la Alcaldía. La última encuesta realizada por la
cadena de televisión NBC muestra que el 68 por ciento de norteamericanos
apoyan una ley que legalice la situación de los doce millones de
inmigrantes ilegales.
(Puede haber caducado)