Marruecos. Pateras. Crónica
El éxodo de rifeños en patera también afecta a un número creciente de menores
La Vanguardia, , 25-09-2018Alhucemas (Marruecos), 25 sep (EFE).- El número de menores rifeños que viajan de forma clandestina a bordo de pateras desde las costas del norte de Marruecos hacia las españolas, en busca de un futuro mejor y poder contribuir desde Europa a ayudar a sus familias, ha ido creciendo en los últimos meses con el aparente consentimiento de sus padres en lo que se conoce en la región como “emigración solidaria”.
Las cifras que se barajan por varias fuentes locales en Alhucemas y las provincias adyacentes hablan de más de cien menores rifeños que emigraron clandestinamente en los últimos meses a Europa, aunque no existen cifras oficiales al respecto.
El Gobierno español indicó el pasado agosto que hay en España hay 7.000 menores extranjeros no acompañados (los “menas”), 5.000 de los cuales son marroquíes, una parte de ellos rifeños.
No hay ni un barrio en Alhucemas donde no haya un menor que haya intentado alcanzar las costas españolas usando diferentes métodos como botes neumáticos, barcas de pesca, lanchas de recreo o hasta motos acuáticas, según contó a Efe Mohamed, antiguo activista del movimiento de protestas del Rif que prefiere no dar su apellido.
Estos jóvenes, que en general son del mismo barrio o de la misma pandilla de amigos, cotizan entre sí, con ayuda de sus familias, para solventar los gastos que supone comprar una patera, y suelen ir acompañados por alguna persona adulta.
Uno de los casos más llamativos fue el una patera que salió en las últimas semanas de las costas de la Driuch, a unos 94 kilómetros de Alhucemas, en la que viajaban ocho menores acompañados de un solo adulto, que además solo tenía 19 años de edad. Todos habían contribuido juntos para comprar una embarcación con dos motores.
Preguntado por Efe, el padre de uno de ellos contó que su hijo Murad llegó bien a España y que actualmente se encuentra con su hermano en Valencia. Todos los ocupantes de la patera llegaron bien a las costas españolas, añadió.
La misma fuente subrayó que su hijo estaba sin trabajo después de abandonar la escuela, a excepción de empleos esporádicos en la pesca que le proporcionaban escasos ingresos.
El padre reconoció que el fenómeno de la emigración ha sido “llamativo” este verano porque “muchos hijos de la región que emigraron han documentado su aventura con un vídeo una vez que llegan a buen puerto”.
También ofrece su testimonio el padre de Said, un menor de 16 años, que salió en una patera con otros dos menores y nueve adultos en la segunda semana de septiembre desde las costas de Beni Buayach, a unos 30 kilómetros de Alhucemas.
El padre de Said no esconde su felicidad al saber que su hijo ha llegado a salvo a las costas de España: tras 22 horas de viaje, se puso en contacto con él por teléfono desde un centro de menores en la región de Almería.
Said y los otros dos menores se quedaron en España, mientras que los nueve adultos que les acompañaban fueron detenidos y devueltos a Marruecos.
Uno de estos retornados, que prefirió el anonimato, contó a Efe que los menores que les acompañaban contaban con la autorización de los padres, algo que puede entenderse por la concepción rifeña de que un muchacho puede ser considerado adulto en cuanto alcanza la pubertad.
De los menores que parten en patera, no todos se quedan en España: es el caso de Murad, otro menor de 17 años; su padre cuenta que su hijo consiguió llegar a las costas españolas, y desde allí siguió su viaje hasta Francia, donde vive su hermana.
Algunos observadores califican este fenómeno como “emigración solidaria”: primero, porque los candidatos a la emigración cotizan entre sí (o entre sus familias) para sufragar el viaje; y segundo, porque los padres ayudan a sus hijos a viajar con la esperanza de que éstos tengan un futuro mejor y puedan contribuir de ese modo desde Europa a ayudar a la familia.
Para Fikri Benali, presidente del Foro de Derechos Humanos de Alhucemas, se ha producido un “repunte” de emigración por pateras este verano que se extendió desde las costas de Tánger y Tetuán hasta Nador, y es perceptible “un mayor número de menores en comparación con los anteriores años que se limitaba a los adultos que sufren el paro”.
Benali descartó que la crisis del Rif sea la razón de este éxodo, lo atribuyó más bien a “la falta de horizontes” para estos jóvenes y a los problemas económicos, además del miedo a la medida anunciada el mes pasado sobre la vuelta del servicio militar obligatorio. EFE
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