«Ningún ser humano es ilegal»

ABC, 02-05-2006


Denver. Jocelyn Hernández, de 10 años de edad, abraza las banderas de México

y los Estados Unidos durante la marcha en la capital del Estado de Colorado

M. GALLEGO

NUEVA YORK. Suenan las guitarras, cantan los mariachis: «En el Primeeeeeero de mayo, dejamos de comprar y trabajar. Luchamos por la justicia y la libertaaaaaad». La canción se difunde por todas las emisoras de radio de habla hispana que apoyan la huelga y está disponible para descargas en la red. Su popularidad es la prueba de lo que los analistas empiezan a sopesar, de que la explosión de medios de comunicación en español ha proporcionado un poderoso instrumento de movilización de masas entre la nueva gran minoría de EE.UU., pese a que sus audiencias sean relativamente pequeñas cuando se las compara con los medios anglosajones.

Sigue el mariachi, como si estuviera cantando un drama de amor o un ajuste de cuentas entre traficantes de drogas: «Sin papeles o con papeles, es la hora de educar. El racismo y leches malas nos quieren quitar la libertad. Hay que denunciar por todos lados la importancia de organizar».

El peso específico de los medios de comunicación hispanos quedó patente en la convocatoria de las manifestaciones del pasado 25 de marzo en Los Angeles, y en las del 10 de abril en el resto del país, aunque algunos hayan pagado un precio por ello. El Día de Houston no ha parado de recibir cartas airadas y hasta amenazas por teléfono desde que publicó en su portada «Vamos todos a la marcha» y «Ningún humano es ilegal». Su director, Pedro Arévalo, dice que no se arrepiente, pero otros grandes medios, como la cadena Univisión, han sucumbido a la presión de sus anunciantes y han pedido por escrito a sus presentadores que no aviven el debate ni adopten ninguna posición pública.

Para los analistas de la revista estadounidense Portada, que periódicamente toma el pulso al sector, a los medios les va su credibilidad con el éxito o el fracaso de este movimiento. «Si tiene éxito Univisión, será criticado por su débil postura y por haber ignorado los apasionados puntos de vista de su audiencia. Incluso si no tiene eco, los medios hispanos que han permanecido en silencio pueden verse cargados con la responsabilidad de haber anquilosado el momentum», escribe.

Tomar partido

Decantarse a favor o en contra del boicot ha sido más difícil que apoyar las manifestaciones, porque «aunque el profesionalismo demanda cierta distancia para asegurar la objetividad, hay ciertas situaciones que exigen una acción drástica, y la amenaza de la ley HR4437 (presentada en el Congreso para criminalizar a los inmigrantes sin papeles, forzar su deportación y ampliar el muro fronterizo) es uno de esos casos en los que no se puede ser un simple espectador», escribió en su editorial de la semana pasada el diario La Opinión de Los Ángeles. Sin embargo, ante la disyuntiva del boicot, decidió explícitamente no alentarlo ni oponerse.

En esta búsqueda de papeles, los medios hispanos tienen que decidir si se alinean con los anunciantes, con las autoridades o con las rancheras de los mariachis.

«No somos malos ni criminales, venimos aquí pa trabajar», sigue la canción. «Este país nos necesita, y estamos aquí para aportar. En este mundo tan complicado, qué quiere decir ser ilegal. Hay que aceptar que el mundo está cambiando y las fronteras se van a eliminar».

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